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MAZATLÁN.- Pareciera sencilla la manera en la que los clavadistas se avientan desde lo más alto del mirador de la Sánchez Taboada, pero tiene su chiste y sus años de dedicación, pero sobre todo, de entender el movimiento del mar.

Foto: Fernanda Magallanes

Ernesto Mejía, a sus 47 años de edad, la mitad los ha dedicado a este espectáculo único en el noroeste del país. Vive a escasas cinco cuadras del «clavadista», de chico corría para ver a los que serían sus maestros en el arte del clavado, su meta ya estaba fija, quería ser como ellos y lo logró.

“Así como yo llegué a los 21 años, así le han llegado varios, les enseño y unos vienen, se van y otros se quedan, pero trato de enseñar para que sepan que con el mar no se juega y que sí es un espectáculo pero que también se tiene que tener cuidado”, declaró.

El mejor conocido como “chikis boy”, ha aprendido inglés para comunicarse con el turismo extranjero. No cobran una tarifa, se manejan con el clásico “con lo que guste cooperar”, al juntarlo todo se lo reparten, no sin antes hacer una oración conjunta, en señal de sentirse protegidos del mar.

Al turista la gusta, incluso los touroperadores detienen los recorridos, le explican al turista y se quedan unos minutos, porque no sólo es aventarte por aventarte, se requiere de respiración, de sacudir los nervios, de esperar una buena ola y dejarse caer.

“Para mi, ofrecerle esto al turista es lo que me mantiene aquí, los aplausos, las caras sorprendidas y no nada más de los niños, de los adultos, dicen que uno nunca termina de sorprenderse y lo que hacemos siempre deja suspiros y sorpresas, por eso me dedico a esto y nada más”, comentó.

Hay varios como él, ahora más jóvenes, que están aprendiendo y una vez que están listos, se paran al filo de la roca, levantan sus brazos como aves, dejar pasar una ola, dos o hasta tres olas, y en el momento que menos esperas, ellos se lanzan, y te los imaginas como en cámara lenta, hasta que se escucha el choque con el mar.

Hay quienes se han golpeado y mucho, contó el famoso “chikis boy”, otros ya no vuelven por el susto, pero dice que no importa, que siempre hay quien ponga atención y entienda que más que un juego, es un trabajo y que son parte de los atractivos que Mazatlán ofrece, sobre todo, cuando son vacaciones.

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