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BANCO OCCIDENTAL DE MÉXICO JOYA ARQUITECTÓNICA GRANDES FORTUNAS

MAZATLÁN. – ¿Sabías que el Banco Occidental fue uno de los edificios más bellos con los que contó Mazatlán y era el centro financiero con el más grande capital que se manejaba en el puerto?  

Se constituyó jurídicamente en la Ciudad de México, pero su sede estaba en Mazatlán. Fundado el 11 de enero de 1898, por George R. Douglas, José María Zebada, Levingston R. Gordon, Roberto R. Laymon, Celso Gaxiola, Federico Goodchild y la institución The Western Banking Company of Mexico Limited.  

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El edificio fue pieza clave de la vida financiera del puerto ya que por ahí pasaron muchas fortunas de comerciantes y mineros. 

De ahí salió el financiamiento que les permitió diversificar sus negocios hacia la industria del calzado, la cerveza, los textiles, carretas, cerillos, escobas y tabaco, que llenaron de fábricas el Mazatlán de finales del Siglo XIX. 

Grandes fortunas se amasaron en esa institución bancaria que emitía su propia moneda. En el piso superior vivieron los directores del banco, Alejandro Valdés Flaquer, Federico Goodchild, Tomás de Rueda Valparda, Roberto Valadés y Héctor Escutia. 

También figuraban como socios varios comerciantes importantes del puerto de Mazatlán como Manuel Herrerías, Pedro Echeguren, José H. Rico, Víctor Patrón, Guillermo Haas, Bernardo Huthoff, Victoriano Siordia, Juan Escutia, Antonio de la Peña, entre otros. El banco operó con bastante éxito, lo que le permitió que apenas en cuatro años lograra consolidar la apertura de dos sucursales.   

Fue una joya arquitectónica

Y más allá del éxito financiero, su edificio fue una joya: una cúpula cubierta de pizarra verde y rematada por una corona de herrería y una asta bandera, era uno de los elementos que definía su estilo francés y lo hacía brillar entre las otras edificaciones de la calle Principal, hoy Belisario Domínguez.  

Sus paredes lucían un almohadillado que es común ver en el Centro Histórico de París. Al primer piso, por el lado de la calle Belisario Domínguez, lo adornaba e iluminaban su interior una serie de ventanas rematadas con arcos de cañón y herrería fabricada en la Fundición de Sinaloa, que recibía los catálogos de Francia. 

Este edificio ha sido considerado el más bello de Mazatlán, aunque ya solo en el recuerdo porque en 1965 fue demolido por Mario Arturo Huerta. 

En la actualidad, el lugar está ocupado por el Centro de Innovación Cutlural Mazatlán, un espacio para el fomento del arte, la cultura, y el impulso al telento artístico sinaloense. 

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