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MAZATLÁN. – El amor de una madre es eterno y trasciende más allá de la muerte. Eso lo sabe bien doña Clemente García, quien hace ocho años perdió a su progenitora por el cáncer.  

Cada 10 de mayo, ella visita el panteón Jardín Municipal No. 4 de Mazatlán para honrarla y recordar los momentos felices que compartieron juntas.  

Doña Clemente es originaria de Guanajuato, pero hace 35 años se mudó a Mazatlán con su esposo y su madre.  

Ella cuenta que siempre estuvo muy unida a su madre y que la cuidó hasta el último día.  

“Mi madre murió en mis brazos, todavía lo recuerdo. Fue el día más difícil de mi vida”, dice con voz entrecortada.  

Ahora, doña Clemente acude al cementerio con su hija para arreglar la tumba de su madre con sus propias manos.  

Foto: Christian Bernal

Con palas, cubetas, escobas y flores, adornan el lugar donde reposa el ser que las formó para este mundo. También le platican, le lloran y le cantan sus canciones favoritas.  

“Recuerdo cada día, todos los momentos bonitos que pasé junto a mi madre. Ella siempre será muy importante para mí, por eso vengo siempre que puedo a pasar un rato y recordarla”, menciona.  

Doña Clemente no es la única que visita a su madre en el camposanto. Muchas familias mexicanas aprovechan el Día de las Madres para honrar a las que ya no están con ellas.  

Foto: Christian Bernal

A pesar de la ausencia física, el amor de una madre permanece en el corazón de sus hijos y los acompaña en su caminar.  

Doña Clemente invita a todos los hijos que todavía cuentan con la fortuna de tener a su madre con vida a darle besos, abrazos y amor todos los días.  

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“Disfruten de todo, tanto de los regaños, consejos, cariños, porque no existe nada más sincero que el amor de una madre”, concluye. 

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