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hotel belmar 100 años de historia

MAZATLÁN. – Te has preguntado, ¿qué esconden los rincones y las paredes del Hotel Belmar? 100 años de historia, pues un 1 de enero de 1922 abrió sus puertas para el turismo, logrando con esto ser el único hotel a pie de playa en todo México, un siglo de vivencias que lo respaldan, que se dicen fácil pero que pocos han logrado sobrevivir.  

El historiador Arturo Santamaría indicó que el inicio de este hotel es, para él, el inicio de la industria turística, no solo de Mazatlán, sino del país, pues antes que Veracruz y que Acapulco, fue el Hotel Belmar el que llegó para innovar atraer un turismo que poco se había experimentado.  

“Yo sitúo el nacimiento de esta actividad con la inauguración del Hotel Belmar, el 1 de enero de 1922, es decir, se van a cumplir 100 años del Belmar y con ello, a mi juicio, el inicio del turismo y particularmente el turismo de playa porque el turismo de carácter histórico y cultural, en México antecedió al turismo de playa”, declaró.  

La historia inicia con Lewis Bradbury, un estadounidense que le apostó y decidió invertir en este hotel, y aunque el turismo ya se hacía notar en Mazatlán, no había ninguno frente al mar, ni con las habitaciones que, en su momento, eran modernas, de lujo y al que todos se quisieran pelear por dormir ahí.  

Orígenes   

Si bien se construyó para el turismo que ya estaba llegando en barcos, Bradbury era un empresario minero, de ahí que se iniciara como un hotel de descarga de metales como el oro y la plata, de minas en Rosario y Concordia, por eso la rampa que aún se mantiene firme en su entrada principal hacia las habitaciones, además de las enormes bodegas en la parte de atrás.  

Para 1950, una familia originaria de Durango y liderada por Roberto Martínez Tapia, compró el hotel, a partir de ahí ampliaron la zona hacia las áreas comunes e incrementaron las habitaciones, incluyeron una explanada, una alberca, camastros de mosaico, más bares y restaurantes, continuaba siendo el “top de tops” de los hoteles en el país.  

Víctor Martínez, actual dueño del hotel, contó que, la primera parte del hotel tenía entre 70 y 80 habitaciones, de las cuales, alrededor de 45 se mantienen activas, muchas convertidas en departamentos, además de 100 habitaciones en la segunda zona, en su pleno apogeo, si llegaron a tener 200 habitaciones disponibles.  

El hotel de las estrellas  

Y es que el Belmar, siendo el primer hotel a pie de playa, obviamente iba a ser tan solicitado e iba a albergar, además de la clase política del momento, a estrellas internacionales que ni en tus sueños más remotos te pudieras imaginar.  

Víctor mencionó que el desfile de estrellas hollywoodenses era impresionante, según los archivos históricos del hotel, dándole aún más fama y prestigio al hotel, incluso, una de las habitaciones donde John Wayne se hospedó, fue comprada por un estadounidense, fan 100 por ciento del actor y de las películas vaqueras.  

“Aquí se llegó a hospedar, de los personajes más famosos, Walt Disney, John Wayne, Lázaro Cárdenas”, dijo.  

Estos mismos archivos históricos relatan la presencia también de los actores Robert Mitchum, Robert Taylor, Tyrone Power y Rita Hayward; además del cantante, Bing Crosby. Entre los nombres de artistas mexicanas está José Alfredo Jiménez.  

¿Fantasmas?  

Algo que, sin duda, envuelve a un hotel con 100 años de historia es la presencia de las energías y lo paranormal. Entre sus pasillos puedes incluso oler los años que trae encima, las puertas de tantos años que rechinan, habitaciones sin usar que entre el polvo se ven viejas camas y muebles que no han sido tocados en años, pero también, muertes que han marcado.  

Uno de los más recordados y que marcó parte de la historia no solo del puerto sino de Sinaloa, fue el asesinato del ex gobernador y coronel, Rodolfo T. Loaiza. La historia que se cuenta es que, en 1944, en plena fiesta del carnaval, mientras el gobernador convivía con las reinas de esta fiesta, un asesino a sueldo, mejor conocido como “El Gitano”, entró como si nada y lo mató, en plena explanada del hotel.  

El periódico “El Demócrata” del año 1922 relató el suicidio de la señora Eathyl Vera Meier, quien fuera esposa del general Abelardo L. Rodríguez, ex presidente de México. ¿Coincidencia?  

Se dice también que, entre los mismos locales, se aparecen espíritus de dos niñas y turistas que se ahogaron, y apenas hace un año, el dueño, Jesús Héctor Martínez Rocha, falleció, en una habitación, de un paro cardiaco, según los medios de comunicación.  

“Yo aquí vivo y no me ha tocado nada, muchos dicen que hay, han hecho hasta reportajes, es más por lo antiguo y las remodelaciones que se le hacen, se presta y vienen a tomar fotos, he andado de noche y sale algún gato brincando, pero no me ha salido nada”, comentó Víctor.  

Recorriendo sus pasillos te das cuenta del peso de la historia que carga, subes unas escaleras, caminas por un pasillo, pero sales por el otro extremo, es un laberinto; tiene espejos con 100 años de antigüedad, una recepción de ébano negro que está desde que abrió sus puertas, está intacto y según los trabajadores, la madera fue traída desde África en barco.  

Mosaicos que reflejan sus años más gloriosos, un restaurante en la planta alta que aún conserva mobiliario pero que ya están cubiertas del polvo, puertas que no se abren desde hace años, material de minería en las bodegas, ya oxidado pero que les recuerda como inicio todo, carteles traídos desde Sevilla, España, si entras, pareciera que retrocedes un siglo atrás.  

Los salseados del Belmar, los más famosos 

Víctor, el dueño, explicó que desde la supercarretera Mazatlán-Durango, el hotel volvió a levantarse, a ser famoso y a ser visto por los locales, muchos ni siquiera lo conocen por dentro, no saben que tiene, pero si conocen de su historia y de las leyendas que dejan a más de uno con los pelos de punta.  

Lo que, si conocen y que hasta la fecha son considerados como los mejores, son sus salseados, un vaso escarchado con una mezcla de salsas y una cerveza muy fría que se disfruta sentado en una de sus mesas o enfrente, sentado en el malecón del viejo Mazatlán.  

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