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HELENA LARSEN

MAZATLÁN.- Helena siempre buscó, desde joven, salirse de ese molde tradicionalista que se tenía en mente de una mujer, vio en sí misma el talento nato del liderazgo, de ir tras sus sueños, brincar los obstáculos y de siempre estar orgullosa de donde venía, de ser mujer, de transmitirlo y de llegar a donde está. 

Helena Solveig Larsen Ayala es mazatleca, creció en una familia que la acostumbró a ser pro activa, a aprovechar cada minuto para aportar algo, a ser dedicada, cree que eso la ayudó para iniciar con el camino que ya tiene recorrido, más no solucionado y que con el paso a paso le ha dado la oportunidad de conocerse y aprenderse a sí misma, en error tras error, pero nunca diciendo “es que” o “no puedo”. 

Estudió Ingeniería en Electrónica en lo que era el ITMAR, ahora Instituto Tecnológico de Mazatlán, pero cuando egresó, su despertar por la aventura y no quedarse trabajando para la empresa de la familia la orilló a buscar y experimentar nuevas experiencias en Guadalajara, Jalisco. 

Foto: Karyna Sánchez

El tope con la realidad 

Helena cuenta que dentro de un mundo de ingenieros, ser mujer es difícil, se tiene el doble de trabajo para demostrarse a sí misma y a los demás que puede con cada una de las tareas que un hombre realiza. 

En Guadalajara aprendió de organización, liderazgo focalizado, relaciones públicas, a ser igual a sus subordinados, a comer en la misma mesa y a compartir sus ideas, pero también aprendió la otra cara de la moneda. 

Sufrió de machismo y discriminación, sí, por ser mujer, ¿eso la detuvo? no, continuó e incluso aprendió, y aprendió bien, contó para Punto MX.

Dijo que desde muy joven ya tenía a su cargo a varios empleados, de los que aprendió, pero sobre todo, vivieron lo mismo que ella. Entonces fue cuando Helena se convirtió más que una jefa, se convirtió en una amiga, algo diferente a lo que estaban acostumbrados pero que funcionó. 

“Me gusta dejar fluir, dejar ser, no me gusta estar encima de la gente, yo creo que todos somos responsables de nuestro propio ser y que cuando se sabe lo que tiene cada persona no hay que preocuparse, a mi me gusta dejar ser porque a mi me gusta que me dejen ser”, declaró. 

Al tiempo decidió que era necesario volver a su tierra y empezar así, con lo aprendido, en la empresa familiar, se sentía lista para avanzar, estar en su tierra, aunque casi estuvo a punto de llevarla a la quiebra. 

De los errores siempre se aprende, con el camino y ya con la empresa a su cargo, logró salvar el barco, y hoy en día, es la empresa que además de brindarle certidumbre económica, la reconforta y la hace felíz y para ella, eso es suficiente para ser una mejor persona y avanzar. 

Foto: Karyna Sánchez

Una ingeniera que aprende día con día a ser mamá

Helena siempre lo dice, ella se siente muy mujer, pero también una profesionista que crece día con día, y aunque tenía en mente ser mamá, ha sido el trabajo que más le ha costado, al que más le ha aprendido y del que vive eternamente enamorada. 

En su vida laboral y personal nunca se ha considerado una mujer difícil, por el contrario, se describe como práctica, no se complica en temas de celos ni desconfianzas, se siente libre, y con la llegada de su pequeño de 4 años ha aprendido a que el trabajo no lo es todo y que el tiempo es oro para estar con los que más se quieren y porque no, combinarlo. 

“Si fue un cambio en mi vida y tuve que ir adaptándome poco a poco… tardé tiempo para asimilar que esta era mi situación actual y empecé a fluir ya con la vida, a ser empresaria y a ser mamá al mismo tiempo”, dijo. 

Pero lo logró…

Canacintra, más que un organismo camaral, es su segunda casa

La Cámara Nacional de la Industria de la Transformación no le era ajena, su papá formaba parte de ella y desde joven colaboraba en los eventos, formó un grupo de jóvenes, en donde recibían capacitaciones de oratoria, discursos; entregaba folletos… hasta que el tiempo la convirtió en presidenta. 

Para ella, Canacintra es más que un organismo camaral, es más que una empresa, es su segunda casa, ve en sus integrantes a una familia, hermanos, primos, incluso hasta sobrinos, que con el tiempo se ha fortalecido. 

“La cámara se convierte en otro negocio, pero la gente que está dentro de la cámara se convierte en tu familia, a veces hay que regañar, pero puedes disfrutar con ellos y te puedo decir que soy una persona que le encanta disfrutar la vida, no me gusta concentrarme en las cosas malas, siempre buscarle las cosas buenas”, añadió. 

Hoy en día, su valor como mujer vale el doble, ese es el mensaje que quiere dar, en su empresa, le da oportunidad a otras mujeres para desarrollarse, para el crecimiento no hay límites, no hay género y eso es lo que le da valor a lo que haces. 

Si, ella también tiene problemas, todos los días, pero dice que son parte de la vida misma, de la realidad, sin embargo, ha aprendido que ni te van a matar, ni te van a quemar ni a asfixiar, entonces, ella pregunta, “¿por qué tenemos que estarnos preocupando toda la vida por lo que sucede?” Y tiene razón. 

“Hay que fluir con la vida y amar ese proceso, todo lo que estás haciendo, ahí es cuando logras tener éxito en la vida porque estás siendo feliz, la vida no se trata de generar riqueza, la vida se trata de ser feliz y ese camino irlo disfrutando”, finalizó. 

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