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CIUDAD DE MÉXICO.- El día llegó para ellos, para los guadalupanos, para los adoradores de La Morenita. Miles caminan por calles y avenidas de la metrópoli para no faltar a su cita anual. Esas vialidades se convierten en ríos humanos de fe, devoción y solidaridad. 

La Basílica de Guadalupe es el punto de reunión para ellos, pero para llegar hasta allá tienen que recorrer muchos kilómetros.  

La caminata es interminable, algunos apenas pueden dar un paso sobre otro, pero el compromiso que tienen con la Virgen de Guadalupe los motiva a seguir adelante, a no desfallecer a no claudicar. 

El oriente del Valle de México se convierte en la entrada para los seguidores de la Reina del Tepeyac. 

La autopista México-Puebla se inunda de ese fervor que se transmite en cada uno de los fieles que quieren llegar hasta La Villa para agradecerle o para pedirle algún milagro para su familia, amigo o ser querido y también para todos los habitantes del mundo porque creen que ese manto de La Virgen se puede extender a cualquier lugar. 

Guillermo González salió de su casa en Puebla desde las 11 de la mañana del viernes y desde entonces camina para llegar a La Villa y darle las gracias a La Virgen porque nació con bien su bisnieto, aunque su principal motivo para hacerlo es la fe que le tiene a la Morenita. 

Geovanni y Héctor también son poblanos, de Cholula, y desde el viernes emprendieron su caminata a la capital del país. Aun cuando ya están muy cansados no cejan en su intento de llegar al recinto mariano para pedirle por la salud de sus familiares. 

Manuel, habitante de Ecatzingo, le pedirá a La Virgen solo un milagro: que haya buenas personas en el mundo. 

Otros fieles guadalupanos salieron desde temprana hora de sus hogares y la autopista México-Puebla es la ruta principal a su destino. 

Por esa vía van los que le pidieron algún milagro a la Virgen y se dirigen a cumplir la promesa ofrecida de estar en su morada el día en el que es honrada por sus devotos creyentes. 

La mayoría acude a cumplir una manda a la Basílica de Guadalupe, pero otros se instalan sobre la autopista México-Puebla para ofrecer comida gratis a los que pasan por ahí. 

Vienen de muchas comunidades de Puebla y luego se les unen los de los municipios mexiquenses, como Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco, Los Reyes La Paz, Chimalhuacán, Chicoloapan y Nezahualcóyotl. 

La calzada Ignacio Zaragoza es la prolongación de ese trayecto que los conducirá hasta la alcaldía Gustavo A. Madero, donde se encuentra el recinto guadalupano. 

Solo se detienen a descansar, tomar agua o comer  

Por los carriles laterales de la vialidad que conecta al centro del país con el suroriente pasan y pasan peregrinos que solo se detienen para descansar un poco, para tomar agua o a comer un taco que otros guadalupanos les ofrecen para que continúen su marcha. 

Agua, comida o fruta reciben en su andar hasta el cerro del Tepeyac, pero también masajes gratuitos que les permita fortalecer esas rodillas, pies o caderas adoloridas por tantos kilómetros que han recorrido ya. 

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Los adoradores de la Virgen inundan todos los espacios de la calzada Ignacio Zaragoza, intransitable unas horas antes de que le canten a la medianoche las mañanitas a la patrona del pueblo mexicano. 

Los automóviles particulares y del transporte público avanzan a vuelta de rueda hasta la zona de bulevar Aeropuerto. El fervor guadalupano ocupa todos los espacios del Valle de México. 

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