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MAZATLÁN.- Una pasión que heredó de su padre y que lleva en la sangre, es la que vive día con día el segundo comandante del Cuerpo Voluntario de Bomberos de Mazatlán, Saúl Alfredo Robles Chávez, quien desde los cinco años de edad creció alrededor de sirenas, mangueras y autobombas que han sido un estilo de vida para él y que ahora ejerce como oficio. 

Es el menor de nueve hermanos, siempre supo que seguir los pasos de su padre, tíos y hermanos era algo que traía en su raíz, el poder ayudar a la gente de una manera diferente, además de continuar con un legado familiar, lo sedujo a portar el traje completo de bombero en la actual corporación. 

Aunque su familia estaba dentro de esta industria, su caminar no fue sencillo, pues tuvo que empezar desde abajo para lograr el puesto que hoy ostenta, pasando por situaciones críticas que lo han marcado en su vida, incluso viviendo momentos críticos donde su vida corrió peligro. 

“Yo estoy aquí desde los cinco años, mi padre fue bombero durante 40 años y yo me pegaba mucho con lo que él hacía, venía a las guardias, y fue a los 17 años cuando entre al servicio donde he vivido un gran desarrollo y una parte de mi vida”, dijo Robles Chávez. 

Con casi 25 años prestando el servicio en la corporación, sus primeros pasos dentro de la corporación fueron como cualquier otro joven aspirante hasta llegar a ser bombero, pasó por el puesto de cabo, sargento, teniente y, hace dos años, tomaría el cargó de capitán en la asignatura de segundo comandante.   

El ruido de la sirena, el comer, respirar y hablar de esto era el pan de cada día en casa, además de convivir con los bomberos de aquellos años que lo marcó e hizo que sus ganas por servir a la sociedad crecieran. 

Familia 

Su familia es un legado importante que se ha logrado mantener de pie, pues desde 1955 iniciaron sus dos tíos, Víctor Robles e Isidoro, después llegó su señor padre, Cándido Robles, y su hermano Vicente. 

“Nuestra vida diaria es diferente a otros trabajos y nuestros tiempos son distintos, el legado sigue con un sobrino que también es parte de los bomberos, pero en Culiacán; mi hijo de 12 años aquí anda también dando sus primeros pasos”, indicó. 

Entre risas, el capitán Saúl recuerda cuándo le comentó a su padre el querer formar parte de Cuerpo de Bomberos, pues sus ganas por servir eran muchas, pero tuvo que esperar un proceso largo, y de la mano de su papá, lo fue encaminando para formarlo en un trabajo lleno de riesgo, pero que le ha dejado grandes satisfacciones. 

Fue a los 17 años, antes de cumplir su mayoría de edad, cuando entró, no sin antes escuchar a su hermano Vicente y su padre Cándido, quiénes fueron sus maestros y le indicaron la responsabilidad de ser un bombero. 

Con el pasar del tiempo, su preparación aumentó, algo que su deber le pedía, y decidió estudiar la carrera de Ingeniería Industrial en área de productividad y calidad, misma que hoy en día es de gran ayuda para llevarla a la práctica y así perfeccionar su trabajo en la corporación. 

“Mi carrera me ha servido mucho, la verdad, sobre todo para saber administrar el gasto operativo desde el equipamiento, capacitación y las fallas en la máquina, en verdad ha sido de mucho apoyo”, resaltó. 

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Momento de impacto 

Al estar en la línea de fuego siempre hay momentos que dejan marcas importantes y más siendo bombero, Saúl Chávez recuerda todavía uno de los momentos más críticos en su caminar dentro del Cuerpo de Bomberos y fue hace aproximadamente 14 años. 

El segundo comandante recuerda aquel momento donde acudieron auxiliar un choque de un camión con un remolque, en ese choque venían 36 pasajeros que perdieron la vida, pero la manera que encontraron a las personas, ese día fue desgarrador para él, al ver los cuerpos desmembrados y teniendo que juntar los cuerpos en partes. 

“Tenemos que trabajar así, en momentos duros, y es pesado ver eso, y entre toda la gente había niños que me impactaron demasiado, fue duro, duré días pensando en aquella emergencia el juntar los cuerpos y ver qué parte de cada cual, es un proceso difícil”, apuntó. 

El día que marcó su vida 

Saúl Robles narró uno de los momentos donde más ha tenido miedo al ejercer este duro trabajo, y fue hace como ocho años en un incendio en el centro de la ciudad en una famosa tienda comercial de la ciudad. 

“Me aterrorizó mucho esa ocasión, me quedé atrapado porque el aire me falló o no revisé bien y se me acabó el aire, pensé que no iba salir adelante aquel día”, comentó. 

El entrenamiento básico le ayudó en aquel momento de desespero, además de la ayuda de sus compañeros y eso lo hizo tocar tierra, reflexionar demasiado y el poder ser más humano con todos. 

Por último, agregó con voz fuerte y una sonrisa que si volviera a nacer, sin duda fuera tres veces más bombero de nuevo, pues es una pasión que se lleva en la sangre. 

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