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MAZATLÁN. – Dicen que la intuición de una mujer es poderosa, pero la de una madre, esa no se equivoca y que, si su corazón le dice que su hijo o hija desaparecida está bien, es porque lo está, así vive Claudia García todos los días, especialmente los 10 de mayo, mientras busca a su hija Glorimar.  

Glorimar desapareció en 2020 y aunque existe una carpeta de investigación, no hay avances de su búsqueda, dejando sin respuesta a su familia, sobre todo, a sus tres hijas, quienes siguen preguntando cuando volverá su mamá.  

“Nunca he perdido la fe, nunca la voy a perder, mientras no sepamos nada de mi hija, como sea, no la voy a perder, lucho para estar de pie, por esas tres niñas que tenemos de ella, ellas son las que me tienen de pie, caigo, pero las veo y me levanto porque si yo no voy a estar bien, ellas tampoco”, declaró.  

Fue un 29 de octubre, cuando la también enfermera de la primera línea en el combate de la pandemia por Covid-19, fue vista por última vez, en una casa del fraccionamiento Misiones, siendo su segunda hija, la de 3 años, la que presenciara este suceso tan traumático.  

Las pequeñas están creciendo, la mayor tiene 7, la segunda 3 y la más pequeña tiene 2 años y todos los días preguntan por Glorimar, ¿dónde está?, ¿cuándo volverá? Y son interrogaciones que no saben cómo responder, pero el dolor que comparten se convierte en fuerza y marchan y salen, gritan, reclaman y no se van a detener.  

“La fe y la esperanza nunca la voy a perder mientras no sepamos y que me digan ‘esta es tu hija’ hasta entonces y que yo sepa que sí es, no dejaré de buscar”, comentó Claudia.  

Cuando los 10 de mayo ya no volvieron a ser iguales 

Sonriendo, Claudia cuenta como Glorimar era la primera en levantarse los 10 de mayo, corría hacia donde estaba ella y la abrazaba, le daba un beso junto a sus nietas y le decía que era la mejor mamá, que la amaba, palabras que en su corazón están guardadas para repetírselas cuando regrese.  

A un año y medio, tras dos 10 de mayo sin ella, lee una y otra vez los mensajes por Whatsapp que le enviaba, escucha detenidamente cada nota de voz que tiene en su conversación, ahí siguen, no ha borrado nada, recordando su voz.  

Claudia tiene otros dos hijos, quienes también luchan, pero a ella le duele porque sabe que los festejos no son los mismos, los festejos cambiaron por búsquedas imparables, por palabras como “la negra (así le decían) va a volver, yo lo siento”.  

“Platicamos de ella, pero mi corazón me dice que ella está bien, va a volver, no entiendo, ¿será que todas las madres sentimos eso, las que tenemos hijos desaparecidos?, buscamos y yo soy la que dice que no la vamos a encontrar en donde estamos buscando, yo lo siento, yo siento que está bien”, repite en cada terreno y camino en el que sale a buscar.  

Se hacen escuchar hasta encontrarlos  

Así como ella, hay cientos de madres que en su día siguen luchando. Como cada 10 de mayo, sobre el monumento a la familia, integrantes de la colectiva Tesoros Perdidos Hasta Encontrarlos se reunieron para colocar los carteles de los rostros de quienes no han vuelto.  

Hay hijas, hijos, esposos, hermanos, primos y amigos, en letreros grandes que dicen “Te estamos buscando”, “Si lo ves, ayúdanos”, carteles que pedían justicia, playeras con los datos de cada uno, rasgos físicos, la última vestimenta con la que salieron de casa la última vez.  

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