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8M

MAZATLÁN.- Con un atardecer como aquellos de postal sobre las playas de Mazatlán, cientos de mujeres, hermanas, compañeras y hasta desconocidas, se abrazaron y marcharon una vez más y a sola voz sobre el malecón.  

La conmemoración de la lucha del 8 de marzo por Día Internacional de la Mujer ya se volvió una fecha que para las mujeres significa más allá de una marcha, significa gritar por frenar la violencia hacia las mujeres.  

El malecón fue, como cada año, el camino que las recibió para brincar, bailar, tocar la batucada pero sobre todo, gritar a todo pulmón por las que ya no están, por las que siguen sin ser encontradas, por las más pequeñas y por las que no saben cómo gritar. 

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El contingente, puntual, salió del monumento de Lola Beltrán con rumbo al Clavadista; primero los familiares de personas desaparecidas; después el contingente de mujeres embarazadas y con menores en mano, y después el bloque más grande, el de todas, las de cualquier profesión o ninguna, y por último la batucada. 

Las infancias participan en la marcha

Las infancias, con carteles en mano, otros en carriola y unos más caminando o en brazos gritaban, alzaban los brazos o los carteles, y otras niñas más, brincaban cuando todos gritaban “el que no brinque, es macho”.  

Los carteles, las estrofas y los mensajes resaltan en los brazos que cada mujer pone en alto, algunos escritos simplemente con plumón, otros con diamantina, recortes y hasta impresiones y las frases, desde las “Es feminismo, no feminazi” hasta las de “alto a la violencia”. 

Las colectivas feministas no dimensionaron, al llegar a la glorieta Sánchez Taboada la cantidad de mujeres que se habían reunido; estudiantes, periodistas, creadoras de contenido, diseñadoras y más que tomaban video y fotografías del hecho, un hecho que año con año se hace más grande.  

Marcha del 8M, un lugar seguro

La marcha del 8M en Mazatlán se ha convertido en un lugar seguro para aquellas que en algún momento se sentían solas pero, que al estar ahí, ya no lo estuvieron; las que van por primera vez, con los nervios de inicio, pero afónicas al final de tanto gritar. 

Si podías observar el contingente desde un punto alto, podías darte cuenta de la fuerza, de los puños alzados y de gritar “presente” por aquellas que no estaban, momentos que, se seguirán recordando para que el siguiente 8M todas vuelvan a gritar.  

Una vez que todas se reunieron, las colectivas pasaron lista de aquellas que ya no están, de las que siguen desaparecidas, de las que aún no son identificadas y por aquellas que sufren violencia en silencio. 

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