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CIUDAD DE MÉXICO.- Nada ha sido imposible para Elena Poniatowska en sus casi 91 años de vida. Nada nunca le ha sido ajeno, mucho menos las causas de los olvidados y los pobres, de los protagonistas del arte y la cultura, de la ciencia y la medicina, de las luchas sociales, los movimientos estudiantiles y sindicales.  

Por eso, aunque decepcionó, dijo, a aquellos que esperaban un discurso político, al ser investida con la Medalla Belisario Domínguez 2022, la escritora y periodista dedicó sus palabras solamente a agradecer.  

«Gracias a México, el país de mi abuela Elena Iturbe de Amor, y el de mi madre, Paula Amor, el de Guillermo Haro, el de nuestros nietos… Gracias a la vida que me ha permitido escribir lo que pienso», afirmó la escritora durante la sesión solemne realizada en la Vieja Casona de Xicoténcatl, del Senado de la República. 

Con el mismo huipil con el que recibió el Premio Cervantes de Literatura en 2014, bordado por las manos de mujeres juchitecas en un satinado rojo brillante con amarillo intenso, la escritora Elena Poniatowska recibió este miércoles —justo un mes antes de celebrar su cumpleaños 91—, la Medalla Belisario Domínguez 2022, y aunque no quiso dar un discurso político, inició su intervención con un mensaje político:  

«Me da tristeza que no nos acompañe el señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, porque tanto mi familia, mis amigos y muchos de los que estamos aquí lo queremos, y no solo lo queremos, lo admiramos». 

Los pleitos políticos marcaron la ceremonia, la inscripción de su nombre en letras de oro en el Muro de Honor de la Medalla Belisario Domínguez, incluso la guardia de honor que encabezó la autora de La noche de Tlatelolco junto a casi 30 políticos ante el monumento al llamado «mártir de la democracia», donde Elena se mantuvo tomada del brazo del secretario de Gobernación, Adán Augusto López. 

En el evento destacó las ausencias de los titulares de dos poderes, el presidente Andrés Manuel López Obrador y la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña; pero la ceremonia también estuvo manchada por un sorpresivo discurso en favor de la militarización del país, por parte de la senadora Sasil de León, quien criticó el fallo de la Corte contra la militarización.  

«Aprovecho este recinto histórico, esta tribuna histórica para condenar enérgicamente la decisión de la Suprema Corte de Justicia sobre la Guardia Nacional, es inverosímil tal decisión, porque quedaron a la deriva 130 mil elementos», dijo ante un Adán Augusto López complacido con el discurso, no así el ministro Alberto Pérez, representante de la presidenta la SCJN, Norma Piña, y Poniatowska, sorprendida, y preguntando al titular de Gobernación lo que ocurría.  

El uso de la tribuna trajo una rechifla para la senadora, quien bajó entre gritos de «fuera, fuera, fuera». 

Para acallar el sainete que caldeó los ánimos de los legisladores, el presidente de la Mesa Directiva del Senado, Alejandro Armenta, apuró la imposición a Elena Poniatowska de la máxima condecoración que entrega el Estado mexicano. 

Discurso de Elena Poniatowska 

Y Poniatowska aplacó aún más el desencuentro con un discurso en el que enlistó a un sinfín de creadores, artistas, escritores, actores políticos, luchadores sociales y activistas a los que conoció y entrevistó a largo de su vida; una lista en la que ocuparon un lugar central sus tres hijos: Emmanuel, Paula y Felipe; sus nietos, su madre, su abuela y sus amigos, encabezados por la escritora y feminista Marta Lamas. 

«Hoy, muchos recuerdos zumban como abejas y repito en voz baja que hoy ustedes, senadores de la República, me conceden la Medalla Belisario Domínguez que recibo como una gracia inesperada para la que sólo tengo una palabra, la más hermosa de todas, a pesar de ocupar tan poco espacio. Dos sílabas que se dejan caer y son tan frágiles como un terremoto: gracias», dijo Elena Poniatowska. 

La periodista que se convirtió en la novena mujer en recibir la presea, después de Rosaura Zapata, en 1954; María Teresa Montoya, en 1962; María Hernández Zarco, en 1963; María Carmara Vales, en 1969; María Lavalle Urbina, en 1986; Griselda Álvarez, en 1996; Julia Carabias, en 2017; Rosario Ibarra de Piedra, en 2019; y Ifigenia Martínez, en 2021.  

«Ahora en 2023, cuando cumplo 91 años… el Senado de la República me concede la enorme distinción entregada a quienes tanto he admirado. ¿Alguna vez lo imaginé? No. No», dijo Elena, quien apuntó que los premios son una puerta que se abre de pronto, «un regalo, una posibilidad de futuro y un reconocimiento al pasado para las que como yo, se despiden». 

Reconocimiento 

Antes del abucheo, la senadora Sasil de León Villard, presidenta de la Comisión de la Medalla, señaló que Poniatowska, igual que Belisario Domínguez, lograron hacer del poder de las palabras su mejor arma; y aseguró que pocas escritoras han contado la vida de las mujeres anónimas a través de sus propias voces, como lo ha hecho Poniatowska. 

«Hoy este Senado de la República la reconoce como referente para las mujeres mexicanas y para las distintas generaciones que por medio de sus obras han podido conocer el contexto político e histórico de ese otro México, el de los olvidados», dijo De León, quien la calificó como la mejor y más intensa cronista de la múltiple realidad mexicana y cito el tuit de AMLO, publicado antes de la ceremonia, donde calificó a Elena como «una santa laica». 

«Doña Elena Poniatowska es amiga y compañera de luchas de nuestro Presidente», dijo la senadora y ahí se oyó el grito de la oposición: «¿Por qué no vino?» 

Así, en una ceremonia solemne con algún tinte de sainete, Elena Poniatowska concluyó: «Supongo que muchos esperaban un discurso político y lamento decepcionarlos, pero estoy tan llena de agradecimiento que solamente puedo decir gracias, gracias y otra vez gracias».

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