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BUZO PESCA DE OSTION

MAZATLÁN.- Jesús llega poco antes de las 8:00 horas a la playa, se baja de su bicicleta, se estira, amarra su bicicleta sobre una palmera y comienza con el ritual. Baja todo, los bancos apilados para los clientes, las cubetas y una sombrilla. Todo eso lo pone a un lado, primero va a entrar a pescar. 

Trae un salvavidas, lo infla y lo envuelve una red, es donde va a meter todos los ostiones que va a encontrar en la zona de playa del Valentinos. Avienta unos guantes y un pico en forma de martillo, se pone un short y calcetines, ¿por qué? te preguntarás, dice que son para sujetar sus aletas. 

Don Chuy, como también le dicen, saca sus googles, les unta un poco de pasta dental para que no se empañen, ya tiene la práctica bien aprendida, fue un consejo de su vecina. Se quita la gorra y se cambia la playera, se pone una de manga larga por el sol o los raspones que se pueda dar. Acomoda todo en un solo lugar y listo, al mar. 

“Lleva su tiempo, yo me quedo media hora o una hora, acostumbro a pescar diario porque yo los vendo aquí, siempre se acaban o me sobran pocos, hay otros que duran hasta 4 horas (adentro del mar)”, dijo. 

Mientras camina por la arena, hacia donde rompen las olas, dice adiós con una seña, se persigna y entra. 

Apenas el 1 de septiembre se levantó la veda de ostión de piedra, ese es el ostión que se acostumbra comer sobre el paseo costero, pero también hay ostión de placer y ostión de manglar, son los que más se consumen en la zona. 

Su precio varía dependiendo de la producción, ahorita ellos  lo venden hasta en 120 pesos la docena, la mitad de lo que cuesta en un restaurante, donde lo podrás encontrar hasta en 300 pesos. 

¿Cómo se pesca?

Un ostión sí es difícil de pescar. La persona entra al mar con toda su herramienta y con el cincel sujetado a la cuerda se sumerge y ancla, a veces unos tres metros, a veces nueve, dependiendo la zona y la profundidad, si no sabes sostener la respiración, puedes incluso hasta no salir con vida. 

Agarran el pico tipo martillo y comienzan a zafar los ostiones de las piedras, vuelven a superficie y van guardándolos en la red hasta tener los suficientes. Todo eso, durante todas las horas que ellos decidan. Jesús estuvo media hora solamente, pero no es el único, hay al menos unos cinco a diez `personas que ya tienen dos horas dentro. 

“Tienes que saber descompresionar, si no oxigena bien el cerebro y te comienza a entrar agua puedes sufrir un accidente, si es peligroso, aquí con la práctica se aprende, cuando inicié bajaba solo 3 metros, hoy ya bajo hasta 12”, dijo. 

Ya sobre la tierra comienzan a contar lo que capturaron, más de 40 kilos caben en la red, ya son bastantes para vender unas cuantas docenas o limpiarlas y embolsarlas, 50 pesos la bolsa con algunos 10 ostiones como lo hace Ernesto.

Foto: Fernanda Magallanes

Jesús es el que se queda, una vez que se vuelve a cambiar, instala todo y espera a los clientes, ya trae hasta el limón y la salsa lista. Abre la sombrilla. Ya un par de turistas lo estaban esperando para comprar, degustar y disfrutar del panorama que te ofrece Mazatlán. 

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