contacto@punto.mx

MAZATLÁN. – La Noria es una localidad que se ubica a 33 kilómetros de Mazatlán, lejos del ruido y el bullicio que genera el puerto como destino turístico de sol y playa, aquí la tranquilidad se respira hasta por los poros al sentir el movimiento del aire que se pasea entre los árboles y las casonas antiguas del pueblo, sumándose a la magia, el colorido y trato amable de su gente. 

Las faldas de la Sierra Madre Occidental adornan el paisaje alfombrado de verde, vista que se aprecia desde el corredor gastronómico conformado por restaurantes que aparecen desde el camino hacia el pueblo y dentro del pueblo. 

En el trayecto al pueblo se encuentra la Vinatería Los Osuna, la cual representa una parte importante de la historia de La Noria, donde se produce un tequila artesanal desde el siglo XIX.  

Más adelante, al entrar a La Noria, población con menos de 800 habitantes, se llega a través de calles añejas como testigos del tiempo y el desarrollo de su gente. 

La Noria es la casa de muchos artesanos, especialistas en la talabartería, que es el arte de hacer objetos de piel, entre ellos huaraches, cinturones, bolsas o sillas de montar, una cultura que ha pasado de generación en generación.  

Una tradición que se trae en la sangre  

La historia de Mario Octavio Salas Rivera es una de la más ricas del sitio, desde muy pequeño creció encima del cuero y su olor lo lleva impregnado en su piel. Él forma parte de la tercera generación de talabarteros de su familia, algo que tuvo que aprender desde que su madre lo trajo al mundo.  

El negocio que fundó su abuelo, Alejo Salas Aguirre, quien falleció a los 94 años de edad, y que dejó un legado en los corazones de la gente en La Noria, al colocar la primera talabartería en el lugar denominado “La Talabartería Salas”, una de las cinco que existen hoy en día en la comunidad. 

Don Octavio Salas tomó las riendas del negocio hace dos años, cuando su padre se hizo a un lado, a los 82 años de edad, como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Y hoy en día, maneja el 100 por ciento de la empresa que se dedica a la elaboración de diferentes artículos, y a la par es una huarachería del pueblo.  

“Mi abuelo fue el primer talabartero en llegar a La Noria; en aquellos primeros años, sus trabajadores aprendieron, gracias a él, a elaborar huaraches, cintos y carteras, quienes con el paso del tiempo comenzaron a formar sus propios negocios, en la sindicatura”, indicó Salas Rivera. 

Talabartería entre las actividades del pueblo

El pintoresco pueblo que se caracteriza por sus calles antiguas y casonas tradicionales de casi un siglo de antigüedad, sigue promoviendo la talabartería como una de sus actividades principales, que con el tiempo se ha consolidado como un arte que le da forma a los diversos artículos de cuero o guarniciones para las personas y caballería.  

Los materiales que se utilizan son de vaqueta, con los colores tradicionales color hueso, pero ante las nuevas modas, han tenido que reinventarse al pintar los huaraches, dando una diversa gama de colores. 

“Compramos el material en Guadalajara, el hule, plata y vaqueta; ya aquí se corta, pega y se cose; el huarache se coloca costura y grapa. La piel de res y de cerdo se consigue en Guadalajara, el proceso es de alrededor de dos horas, por día se logran realizar 50”, resaltó.  

El resurgimiento de las cabalgatas que ha tenido en el sur del estado en los últimos años, ha detonado el trabajo, ya que llegan a realizar hasta 70 sillas al año, con pocos empleados y su precio varían desde 3 mil 700 pesos y su proceso para una sola, es de tres días. 

“Yo sé hacer huaraches, cintos bolsas y otros detalles. No creo que vaya a haber la cuarta generación, a mis dos hijos les dimos estudios, tienen sus carreras, yo trabajaré lo que aguante y buscaré enseñar a niños para que no muera esta tradición en La Noria”, subrayó. 

También puedes leer: Pobladores de La Noria piden a gritos reparación de carretera – Punto MX

Un oficio en peligro de extinción  

El oficio de la talabartería fue durante muchos años la actividad económica del poblado, y aunque en la actualidad, la producción ha bajado demasiado, se resisten a que desaparezca esta gran labor.  

Los huaraches de correa son la principal característica que piden, por su durabilidad; un calzado generalmente asociado con la vida de campo, aunque también hay casuales y hasta personalizados. 

“Quiero invitar a los jóvenes, a las nuevas generaciones, que se interesen en este oficio y que no se pierda la tradición, es algo que nos distingue aquí en La Noria, y que el turismo admira”, resaltó. 

A pesar de que con los años la producción ha bajado considerablemente, en La Noria los habitantes buscan que ese oficio y tradición se mantenga de pie.

Descarga gratis nuestra App

Download on the App Store    Disponible en Google Play