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CONCORDIA.- El municipio de Concordia es conocido por ser el principal fabricante de muebles de madera en el estado, todos en sus casas cuentan con alguna repisa, un comedor, una recámara o sala hecha en Concordia, la calidad y sus precios no se comparan, y pueden hasta superar lo de una mueblería comercial o de cadena. 

Pero ¿sabías que también existe alguien que se dedica 100 por ciento al tallado de madera para hacer arte?

Rafael Valerio Bonilla es artesano en Concordia, se dedica al tallado de madera, plasmando fachadas de casas y un Copala, su lugar de origen, a escala, ya 23 años lo respaldan, siendo el único de su tipo en la cabecera municipal y convirtiéndose en un atractivo para el turista. 

La idea, contó, no salió de la noche a la mañana, comenzó cuando Copala estaba en pleno auge turístico, cuando norteamericanos y europeos pasaban largas temporadas entre sus calles empedradas y casas con fachadas antiguas, una italiana fue quien lo enseñó y con el tiempo arropó esta labor que lo ha mantenido por años.

“Habemos dos artesanos que hacemos esto, mi primo en Copala y yo aquí, me vine desde la construcción de la Mazatlán-Durango y aquí me he aclientado, principalmente del turista que viene en barcos y traen para acá”, declaró. 

Su técnica, aunque se ve fácil, requiere su tiempo y paciencia, la búsqueda de la madera es todo un ritual, asigna un día a la semana para subir a la sierra y buscar pedazos de árbol de pochote, una vez que baja, los parte en pedazos y la magia comienza. 

El tallado es lo más importante, sin perder la originalidad del tronco, cuando la fachada está lisa, comienza con el diseño de la imagen, pueden ser unas cuantas casas o incluso un Copala a tamaño escala. 

“Requiere su tiempo, no a todos se les facilita porque debes tener paciencia, diseñar cada pedazo me lleva un día o dos, dependiendo el tamaño, con el tiempo y la práctica vas mejorando”, añadió. 

Y le va bien, señala, mientras que los precios varían por sus tamaños, comentó  que sus mejores clientes son los extranjeros, comprándole piezas hasta por 400 pesos, considerado como un arte único, desde la estructura del tronco, logrando hasta en un día, llevarse 2 mil pesos. 

Con esto, y siendo su única profesión, ayudó con el sostén familiar, hoy en día, está solo, sus hijos emigraron a la frontera en Tecate, Baja California, logrando para él su objetivo, vivir de la artesanía y ayudar a su familia. 

No piensa dejarlo pronto, cree que ahí se va a jubilar hasta que sus manos le permitan, que quede huella de Rafael como el artesano que enamoró con la madera a cientos de turistas que por Concordia pasaron.

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