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LA MUERTE NOS ENSAYE BALLENA BLANCA
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Samuel Parra*

Gracias al hábito de contar cuentos y organizar lecturas en voz alta en escuelas, plazas públicas y ferias de libros se evita la extinción de historias como aquellas que Florencio Villa le contó a su amigo Dámaso Murúa en Escuinapa.  

Esta dupla al estilo Jack Kirby y Stan Lee, creadores de Spider Man, los Cuatro Fantásticos, Hulk, Thor, Iron Man y los X-Men, dieron vida a El Güilo Mentiras, quien vive muchas aventuras chuscas con humor muy irónico, ácido y todo lo adereza con detalles característicos de la «Perla Camaronera», apodo de Escuinapa.  

En Sinaloa hay un grupo de cuenta cuentos que preserva estos relatos cortos, ellos son Gaspar Velarde, María Félix y Ángela Camacho. Dámaso Múrua escribió muchos libros pero el más importante, a mi criterio, se llama Colachi. 

Te invito a leer este relato para que lo conozcas. Puedes escucharlo también en Spotify, abajo te dejo el link. Nos vamos a transportar fuera de tu pantalla con rumbo a la playa, ponte cómodo.

No hay marcha atrás, decidí enterrar los pies bajo la arena porque tenía calor. La noche cayó odiosa, con ánimo de transmitir su malestar a los bohemios jejenes en su ir y venir sobre mis carnes: soy el platillo principal. La orgía sanguínea duró tanto como mi interés en mirar hacia el cielo en busca de un planeta a donde escapar de aquel festín tipo A Negativo… seguía en Escuinapa.  

DÁMASO

Nunca he puesto un pie en el Desierto del Sahara, pero leí una vez que, de estar allá, debía esperar a que oscureciera para observar el cielo y, quizá con algo de suerte, podría contemplar las estrellas como en ningún otro destino es posible tal espectáculo de la naturaleza.  

Y en ese devenir de ideas regresé a mi realidad, estoy a la orilla de la playa, sentado con la arena hasta los tobillos mientras tomo una cerveza Pacífico “pal” físico. Me abrumó la música del centro botanero, salí de ahí porque otro sonidito me convenció de que la fiesta era en otro lado, la música del mar me aventó sobre la arenisca.  

Era la representación de una panga inútil que encalló sin pena ni gloria. Intenté rendirme al sueño etílico pero los jejenes se encariñaron con mi carne. Vacié el contenido de la botella y se la arrojé a aquella mancha negra; error, era un escritorio a la mitad de la playa, con una silla donde alguien apenas esquivó el misil de cristal y comenzó a mentarme la madre.  

Así conocí al Escritor Dámaso Murúa, quería toparme con el Geógrafo de El Principito, pero le erré con los astros. Por algo suceden las cosas, no todos los días te encuentras con un fantasma y no sabes si saludarlo o decirle que te espere tantito para ir a “miar” al mar; los borrachos no dicen orinar.  

Ignoro si el agua de mar o de riñón mojó mis pies, pero regresé a platicar con mi interlocutor fantasmagórico quien me preguntó si había leído su libro Colachi. Sí hombre, le respondí, es una atarraya de veinticuatro historias más sabrosas que un Pescado Zarandeado con gordas torteadas a mano, salsa tatemada y alcohol del 96 con refresco de naranja.  

La obra en mención es una vasta riqueza de cultura, regionalismos, folclore incluso misticismo, pero su valor literario alcanza el nivel de Macondo, Comala y Cuba. Colachi es un papel carbón que levita en el tiempo al ser memoria histórica de Escuinapa al grado de poder comparar a su autor con Gabriel García Márquez, Juan Rulfo y Alejo Carpentier.  
 
-Tú ya estás como los Jediondos de Tochipa -, dijo Dámaso en tono burlón.  

-Ni que fuera el Nachón que me lleva como veinte kilos-, le contesté.  

El universo geográfico de Colachi abarca el municipio de Escuinapa, al sur de Sinaloa, también vislumbra los poblados de Teacapán, Chametla, Acaponeta, San Blas y parte de El Rosario, municipio colindante donde las anécdotas de pesca y minería van de la mano. 

Vamos a defender esta teoría antes citada comenzando con Macondo. Un valor que resalto en la obra de García Márquez es la lengua (1). Los personajes que aparecen en Colachi poseen una “imaginación desaforada” que va más allá del milagro y de la magia. El avance socioeconómico de modernización, producido por los conocimientos no bien asimilados de “El Palle”, “El Chuy”,”El Chorpas”, “El Chucheno”, “El Juanillo”, “El Chavarín”, “Luz La Chicalayota”, “El Copitillas”, “El Nieblas” y otros más otorgan un invaluable canasto de saberes generacionales como lo hicieron también, en 100 años de Soledad, José Arcadio Buendía, Úrsula Iguarán, Amaranta, Rebeca, Remedios La Bella, Melquiades, Pilar Ternera y la lista es interminable… bueno, sí tiene fin pero sería aumentar cuartillas a este prólogo que va al ensayo, raya en la reflexión y terminará pronto.  

-¿Tú no eres el que organizó una red de espías por todo Calandrajo para oír qué decían del que tenía orejas de flor de Guanacaste?-, preguntó Don Dámaso . 

-Nombre amigo, solo soy un escritor que quedó varado en la arena-, mi respuesta no lo convenció.  

El segundo comparativo de Murúa es con la obra de Juan Rulfo. Aunque el autor de Pedro Páramo no integró el denominado “Boom” de la Narrativa Hispanoamericana, se considera que fue uno de los forjadores de ese periodo fructífero e innovador. A mi entender, Rulfo es un escritor puente entre la narrativa regional, social, aldeana, y la narrativa innovadora de los años sesenta. Lo mismo que Murúa porque quedan en él los motivos, personajes y temas de la narrativa aldeana, pero se diferencia de ellos (y esto es lo importante) en el modo de transmitir sus relatos. 

Dámaso fractura la linealidad narrativa, a la vez que ahonda en sus personajes para mostrar su interioridad expresiva. Cuando decimos que es un escritor puente, queremos señalar, además, que cierra el periodo, el de los narradores de temas regionales, que se interesaron más por el efecto mimético sin considerar que lo literario es la construcción de un discurso que se distingue, en particular por lo literario del mensaje.

Rulfo se caracteriza precisamente porque, mediante el uso de estrategias y su modo de articular su discurso, buscará las posibilidades expresivas de su mensaje literario. Murúa aborda temas locales pero sabe irradiar su mensaje, como dice Julio Cortázar, hacia el ámbito universal, espacio en el que discurren las inquietudes de la condición humana. Rulfo renueva las posibilidades de articular el tiempo en la narración y el lenguaje de la sugerencia, de la metáfora. Condensa su relato, deja vacíos semánticos y logra que, siendo sus temas tan particulares, sean a la vez trascendentes.  
 
El narrador toma como intención aquello de escribir como se habla, pero a partir de ello, es un hecho que lo escrito se somete a una configuración discursiva de la palabra escrita. Los rasgos de la oralidad (repeticiones, reiteraciones de frases) se trasladan a la escritura, y el producto final, pasa a cumplir la función estética de un discurso literario convencional que, debido a la capacidad comunicativa e intuición estética del escritor, conservan mucho de la expresividad oral. Por eso se habla de la “poetización” a la que Dámaso puede llegar en sus relatos.  
 
La memoria es el medio a través del cual nos llegan los testimonios. La idea de mundo se asocia a una sensación en la que no existe el tiempo. Todo parece estático en esta atmósfera que el narrador alegoriza. Y por eso mismo, lo que se dice no está vinculado sólo a un referente local, sino a una realidad mayor: la condición humana. (2)  
 
Y el papel que desempeña en ello Dámaso Múrua para trasladar rasgos de la oralidad expresiva a la expresividad escrita es decisivo. Quiero decir, su noción de lo literario, su concepción estética, aquello que perfila desde lo literario y que busca la conjunción de lo expresivo en lo verbal y emocional. Es en esa combinación que el artista hace de su narrativa un mensaje significativo, trascendente.  
 
Después de esa ardua discusión de ideas, Dámaso Murúa ordenó a un mesero que trajera camarones para pelar y un cartón de cervezas. ¿De dónde salieron los hombres con traje de pingüino? No lo sé, esto es un prólogo ficticio, así que todo puede ocurrir. Incluso el actor Gaspar Velarde se puede aparecer por estas líneas, dar un show caracterizado de “El Güilo Mentiras”, y cerrar la tanda con la anécdota del jabalí con el hacha en la cabeza.

Como se sabe, existe una confrontación entre lo histórico y lo literario, la comparación ha sido sobre todo choque de ideas, usos y costumbre, sin que, en todo caso, puedan descartarse fusiones tácitas e involuntarias u otro tipo de articulaciones positivas. La literatura, claro, ha reflejado esa situación en toda su complejidad, implicando ello la puesta en marcha de todo tipo de intenciones y grados de conciencia a la hora de plasmar lo regional. En resumen, y sin “Cantinflear”, van de la mano chatos.

DÁMASO

La obra del cubano Alejo Carpentier puede ser materia de un análisis antropológico, uno en donde la antropología se ejecutaría más allá del texto y lo haría su objeto, en el que a la voz del isleño corresponda el estatus del informante. (3) El libro de Dámaso Murúa, Colachi, busca hacerse a una representación personal del complejo entorno mexicano; o, mejor, de un creador local que sin intenciones de conocer se ve influido involuntariamente por esa complejidad a la hora de escribir. Para él, le resulta sencillo transmitir lo común de Escuinapa, sus tradiciones, para el conocimiento del lector, es como si el novelista fuera el ejecutante de un “concierto” que ha oído a otros y con el que, más allá de modificarlo a su antojo, no persigue otra cosa que procurarse un esparcimiento impune, es decir que sea vigente, un lazo de historia y letras.  
No supe en qué momento se arrimó un zorro hacia nosotros, lo más raro fue que todos hablábamos el mismo idioma. El animal abrió el hocico y sentenció “te haces responsable para siempre de lo que has domesticado”. Otra vez miré al cielo en busca de un avión, no de estrellas ni de planetas sino de un aparato volador para pedirle al piloto que me sacara de ahí.  

-Ni aguantas nada muchacho. Ya estás como el Cronista de Teacapán, puro inglés quieres hablar-, comentó Dámaso haciendo referencia al Maestro Joaquín Hernández. 

-Usted tiene el mismo humor que la Walfa esa-, Le contesté educada y “escuinapensemente”. 

Mire Don Dámaso, le expliqué, la mejor forma de comenzar a abandonar el pensamiento objetivo hacia las personas, es invirtiendo tiempo en los individuos más inmediatos a nosotros, aplicando lo que Mario Benedetti describe en su poema Táctica y estrategia: “construir con palabras un puente indestructible”, de esa manera podremos comenzar a domesticar a las personas que llegan a nuestras vidas, y en el proceso también podremos permitirnos ser domesticados por aquellas personas que quieren integrarnos a las suyas. Lo objetivo en Colachi es su humor histórico literario.  

Un último punto relevante que rescato de la obra de Dámaso Murúa es un comparativo con las letras de Inés Arredondo. En la obra de la fémina letrada, la violencia contra las mujeres, real o simbólica, ejercida por los hombres es un tema recurrente en los que es posible constatar, de manera lúcida y pesimista, las realidades (dada la circunstancia temporal) de la condición femenina y, en mayor medida, de nuestra relación con el otro. La única manera de escapar de la violencia masculina no parece ser otra que el amor que, aunque es escaso, es aun así capaz de romper la soledad siempre que es recíproco. (10) ¿A dónde voy con esto? La obra de Dámaso presenta una apasionada carga de erotismo, celebra a la figura femenina, la rescata poniéndola como personaje enérgico, vigorosa incluso letal para los caballeros, le otorga su lugar. 

Bzz Bzz Bzz Bzz Era mi teléfono celular en modo vibración, no sé dónde lo dejé. El zorro, el mesero, el escritorio, la silla, los camarones, el cartón con cervezas y hasta Dámaso Múrua habían desaparecido. Amanecía lento en este paraje de la Perla Camaronera, salí de la playa y me encaminé hacia la carretera, tendría suerte si pasaba un camión que me llevara de vuelta a Mazatlán.  

Días después le conté esta anécdota a un camarada que le gusta llamarme al teléfono celular a las once de la noche, vive en la Ciudad de México. Sí cabrón, le dije, era el Padre quien me tenía tirado en la arena tragando camarones y bebiendo chelas. No me creyó, me recomendó que dejara de tomar cerveza quemada y tostadas con mayonesa. 

La obra de Dámaso Murúa rescata lo mejor de su tierra y tradiciones, lo oral e histórico son semillas que se cosechan con las letras que deposita en sus lectores. Este breve ensayo propone que su narrativa debe estar al nivel de Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Alejo Carpentier e Inés Arredondo 

Solo me resta compartirles que la experiencia en la playa de Escuinapa fue increíble, me ayudó a escribir este texto. Como diría mi buen amigo y Maestro, Jorge F. Hernández a quien una vez le pregunté si todo lo que me había dicho, de una anécdota bizarra, era real, él sencillamente respondió: “existe… porque lo escribí… y porque lo lees”.  

Pie de Nota

Ninguna calabaza resultó herida durante la redacción de este texto. No confunda Colachi con Colache ni Escuinapa con Rosario. 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Herrera Molina S. J., Luis Carlos. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y LA ÉTICA EN CIEN AÑOS DE SOLEDAD – II Universitas Philosophica, vol. 32, núm. 65, julio-diciembre, 2015, pp. 245-273 Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia.  
  2. CORRAL, WILFREDO, Los novelistas como críticos, México, FCE, 1991. Nota: La entrevista a Rulfo fue inicialmente publicada en “Siempre La cultura en México”, 1973, pero luego salió también publicada en Excélsior, LXVIII, 24, 768, el 16 de marzo, 1985, pp. 1y 14.  
  3. Carpentier, Alejo. 1984b. La novela latinoamericana en vísperas de un nuevo siglo. En Historia y ficción en la narrativa contemporánea, ed. Roberto González Echevarría, 19-48. Caracas: Monte Ávila.  
  4. Bradu, F. (1987). La escritura subterránea de Inés Arredondo. En Señas particulares: escritora. México: Fondo de Cultura Económica. 
     

*Samuel Parra

  • Escritor, Ensayista y Promotor Cultural. Ha publicado ocho libros. Sus obras han sido premiadas en La India, Colombia, Perú, Chile y Estados Unidos.  
  • En el 2022 fue nombrado Embajador Cultural por la municipalidad de Margarita Bolívar, en Colombia.  
  • Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Sinaloa, Master en Literatura Mexicana Contemporáneo por la Universidad Autónoma Metropolitana.  
  • Actualmente colabora con la Universidad de Tours, en Francia y la Universidad Humboldt de Berlín, en el área de investigación académico-literaria.  
  • Forma parte del Sistema Nacional de Salas de Lectura, donde genera proyectos comunitarios para el esparcimiento de este hábito.  
  • En Tiktok, Instagram y Facebook pueden seguirlo como «Nono El Cerdito Lector», donde recomienda libros y autores, a través de un peluche que colabora con el Fondo de Cultura Económica, Brigadas para Leer en Libertad, Buscalibre.com y Librería Gandhi.  
  • Su obra literaria se concentra en los géneros de novela negra, realismo sucio, crónica y entrevista.  

Y mientras redacta estas líneas de texto, en la intimidad que ofrece una cocina económica que atiende, el autor se «esmera» en escribir cuentos para jóvenes prófugos del ácido fólico.  

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