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CIUDAD DE MÉXICO.- Por meses, Madison Miller trató de diseñar un plan para hacer posible que la perra que había adoptado en Londres se mudara con ella y su esposo a Estados Unidos. Para ponerlo en marcha, pagó miles de dólares y procuró todas las comodidades a la mascota durante el largo viaje. Todo parecía estar controlado. Sin embargo, en un giro imprevisible, la aerolínea mandó al animal prácticamente al otro lado del mundo. 

La fecha que la familia tenía marcada en su calendario era el 1° de diciembre, día en el que partieron del aeropuerto londinense de Heathrow, en Reino Unido, a Nashville, Tennessee. Según dijeron, habían tomado un vuelo directo de British Airways, por el que pagaron un plus de 2 mil 100 dólares para trasladar a Bluebell, su labradora de cinco años de edad. 

Así, se despidieron de la perrita, que debía viajar en su jaula camino a los compartimentos de carga, y abordaron. Cuando su avión aterrizó en Estados Unidos, no había rastros del animal. Los empleados de la aerolínea lucían desconcertados al intentar descifrar qué había ocurrido con la pasajera de cuatro patas. 

Después de una hora de angustiosa espera, se resolvió el misterio: Bluebell se encontraba a miles de kilómetros: “Me dijeron que no estaba en Nashville y que su mejor suposición era que estaba en Arabia Saudita”, afirmó Miller al canal local WSMV.  

De inmediato se encendieron las alarmas de la familia y pidieron una “prueba de vida”, de manera que les enviaron una fotografía de la perra, encerrada en su jaula, en el aeropuerto de Riad. 

“¿Y ahora, cómo la recuperamos?”, era la pregunta que se hacían los Miller mientras su angustia escalaba. “Fue un infierno. Ella es un miembro más de la familia. No puedo expresar con palabras el horror absoluto que sentí. Me preocupaba tanto que muriera en el camino, o que no pudiera volver a encontrarla”, relató la mujer al periódico británico The Mirror.  

“Nos dijeron que esto no había ocurrido nunca. Ni siquiera entendemos cómo pudo pasar, porque hay muchos controles de seguridad”, añadió. 

Al reencontrarse comenzó el verdadero “infierno” 

Después de tres días de angustiosa espera sin dormir, los Miller recibieron la noticia que tanto esperaban y llevaron a Bluebell a casa. Tras tomar tres vuelos internacionales para cruzar el Atlántico, la perrita presentaba comportamientos extraños. “No parecía la misma perra que habíamos visto por última vez en Heathrow”. 

Madison Miller imaginaba que el reencuentro con su mascota sería mágico, como en tantos videos de YouTube: “Pensé que iba a salir de la jaula, contonearse y lamernos la cara… ¡Fue todo lo contrario!”. Después de 63 horas de viaje, la mascota intentó escaparse. 

“Tuvimos que agarrarla porque estaba horrorizada y entonces supimos que algo iba mal. Fue una auténtica pesadilla”, afirmó recientemente James Miller a la cadena NPR: “No sabemos si volverá a ser la misma; nos rompe el corazón”. 

La perrita lloraba si se quedaba sola y en los primeros 10 minutos mordió la puerta: “Separarse de nosotros fue demasiado traumático para ella”. 

Según la familia Miller, después del viaje los gastos para ellos continuaron, ya que ahora deben destinar cientos de dólares a tratamientos con un equipo veterinario y un especialista en comportamiento que ayudan a Bluebell a calmar su ansiedad. 

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La respuesta de la compañía 

British Airways envió una solicitud de comentarios a la compañía de carga, IAG Cargo. Un portavoz emitió la siguiente declaración:  

“Sentimos mucho el reciente error ocurrido durante el viaje de Bluebell a Nashville. Nos tomamos muy en serio la responsabilidad de cuidar de los animales queridos de la gente y estamos investigando cómo se produjo el desvío.  

«Aunque la ruta de Bluebell fue más larga de lo que debería haber sido, nos aseguramos de que estuviera en el primer vuelo de vuelta a Nashville desde Londres.  

«Durante el tiempo que pasó con nosotros, recibió agua fresca con frecuencia y estuvo al aire libre para estirar las piernas, incluidos paseos regulares y ocho horas con el equipo del centro de recepción de animales de Heathrow, que cuidó de ella.  

«A pesar de estas medidas, entendemos que ha sido una situación molesta para Bluebell y sus dueños, y seguimos en contacto con ellos para resolverla”.

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