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juan villoro

A nueve años de Arrecife, su última novela, el escritor Juan Villoro publicó La Tierra de la Gran Promesa, libro que presentó en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO) 2021.

En entrevista con EL UNIVERSAL, teniendo como escenario a uno de los patios del Museo de Filatelia (Mufi), Villoro apunta que durante la pandemia ha tenido la oportunidad de completar el proceso creativo de varios de sus proyectos.

Con su obra más reciente, apuesta por la atemporalidad de las historias, aunque está basada en un contexto inspirado en el incendio de la Cineteca Nacional en 1982, cuando más de 9 mil películas fueron consumidas por las llamas.

En ese momento se proyectaba una cinta polaca de los años 70, del mismo nombre que el recién publicado libro, que abordaba el incendio de una fábrica; el acontecimiento inspiró al autor a escribir sobre situaciones como el crimen organizado y la corrupción, vigentes en el México contemporáneo.

Sobre estos temas, Villoro recuerda el libro de Albert Camus, La Peste, que bien se ajustaría a la realidad actual.
Para el escritor de El testigo, la literatura se enfrenta a una inevitable evolución.


¿Cómo fue el proceso de creación de esta historia?

—En realidad escribí la última novela en unos seis años. En periodismo tienes que ser un velocista, pero en novela tienes que ser un maratonista, no desesperarte. Escribir una novela es como entrar a un bosque y buscar una senda secreta que en principio no encuentras. Sólo cuando ya te extraviaste, puedes hallar una salida.

El autor reseña sobre su proceso creativo que, cuando escribe cuentos, lo hace del final al principio; sin embargo, cuando se trata de una novela, ocurre lo contrario, los personajes se desarrollan a medida de que la historia avanza, e incluso, le despiertan emociones.

Esto quizá se reflejó en su falta de prisa por culminar su obra de más reciente publicación.

El personaje principal de La Tierra de la Gran Promesa, Diego, es un documentalista que cree que puede controlar la realidad.

¿La pandemia influyó en el desarrollo de la historia?

—No de forma directa, sin embargo, influyó para la reescritura de la historia. La diferencia entre un escritor y alguien quien casualmente escribe, es que al escritor le encanta reescribir, yo creo que lo que define la vocación no es tanto que te guste escribir, sino que te gusta reescribir.

Y es que en su experiencia escribiendo novelas y cuentos para niños, entre otros géneros literarios, reescribe sus textos hasta cinco veces, para lograr el resultado final.

Durante la pandemia, además, escribió una obra de teatro sobre el poeta modernista Ramón López Velarde, su autor favorito, cuyo centenario de su muerte se conmemoró en junio de este año.

¿De qué manera surgen los personajes?

—Son formas distintas de la narrativa. Son estas historias que nos contamos a nosotros mismos y que tienen que ver con lo que somos, lo que nos contamos a nosotros mismos, a través de los sueños.

También hay un personaje de un notario que sólo describe lo que ve y esa es su realidad, va dando cuenta de forma objetiva. Aunque tiene un secreto que no puede revelar por cuestiones morales.

A las diversas perspectivas presentes en el texto se suma la del documentalista, quien se involucra en situaciones de alto riesgo. Además, la del periodista, a quien describe como el antagonista de la historia, quien puede escribir cosas incómodas, pero verdaderas. Situación que sucede a menudo en la prensa mexicana, añade.

¿Los personajes de esta novela provienen de tus vivencias personales?

—Inevitablemente, aunque alguien escriba una novela de ciencia ficción, imprime cosas personales en los marcianos. En estos mundos, hay personajes que tienen que ver con mi experiencia.

Este libro, retoma, es atemporal porque las situaciones que se exponen detallan acontecimientos que pudieron suceder en cualquier contexto.

¿Cómo han tomado las nuevas generaciones la novela más reciente?

—Yo no sé si la literatura va a continuar como la conocíamos. La lectura va a seguir, los celulares y las computadoras son poderosos aparatos de la cultura de la letra, la gente está leyendo más que nunca; sin embargo, no siempre lee libros.

Yo confío en que va a existir siempre la cultura de la letra y las narraciones, aunque la literatura no sea la forma dominante… la necesidad de contar historias estará siempre presente.

La pandemia, comenta, acabó con las ferias, los foros de la lectura, se cerraron librerías, quebraron imprentas… en Estados Unidos y España aumentaron las ventas de libros, pero en México, por la falta de hábito de los lectores para comprar textos electrónicos, la venta de libros disminuyó notablemente.

Las nuevas generaciones están leyendo, reitera. Prueba de ello es que el libro que «mantiene» a sus otros libros es: El libro salvaje, un texto dedicado para los pequeños lectores.


¿Crees que las circunstancias actuales están obligando a los autores a mudarse a otras plataformas?

—La mudanza más común es a las series. Se trata de una industria de vertiginosa expansión. Los escritores estamos mudando hacia las series, a ver hacia dónde conduce esto.

A decir del autor, todas las historias son dignas de adaptarse a las pantallas. Una de las suyas, contada en el libro Arrecife, está por convertirse en una serie.

Aunque sabe que el libro puede no parecerse por completo al resultado de la serie, señala lo positivo de que un libro genere un nuevo universo.

La Tierra de la Gran Promesa también está por ser publicada en audiolibro, narrada en viva voz del actor mexicano José María de Tavira.

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