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Marisa Castro

MAZATLÁN.- El gusto por el dibujo le llegó a Marisa Castro desde que aprendió a tomar un lápiz y trazó su primera línea, cuenta que conforme crecía y veía a sus amigos cambiar los papeles y colores por otras herramientas, ella seguía y seguía, mezclándolo con la narrativa y creando personajes, sin llegar a imaginar que esos mismos la hicieron acreedora de un premio binacional años más tarde. 

Tiene 30 años, es nacida en Mazatlán, egresada de la licenciatura de Diseño Gráfico, una carrera universitaria que le mostró un sin fin de herramientas para desarrollar su talento pero que poco ha ejercido en el campo laboral, aún así, es freelance para algunas marcas locales, de ahí saca ingresos para continuar haciendo lo que le apasiona. 

“A todos nos gusta dibujar, nacemos con ese talento y esa habilidad, otros la vamos desarrollando más, otros lo dejan en el camino», dijo en entrevista a Punto MX.

«Se cree que el dibujo es cosa de niños, pero hay todo un mundo detrás de la ilustración; con un dibujo expresas las palabras que no sabes o puedes decir, de ahí mi pasión por dibujar hasta llegar a lo máximo”, dijo. 

Foto: Archivo Punto MX

‘La tercera vez no fue la vencida’

En la prepa realizó sus primeras narrativas y creó sus primeros personajes, conforme sucedía se daba cuenta que todos caían en el público infantil, aunque todo lo escribía para sí misma. Fue durante sus estudios universitarios que logró aprovechar el talento nato que traía, participó por primera vez en el Premio Nacional Valladolid de las letras, no ganó… 

Marisa participaba cada año. Recordó dos de los cuentos con los que sólo obtuvo mención honorífica: “La Máscara del León” y “Mamá es alérgica”. Aún así, daba vuelta a la página y seguía escribiendo, y seguía dibujando, su sueño estaba ahí y nunca se daría por vencida. 

“Muchos fracasan a la primera y se dan por vencidos pero no, el fracaso es una enseñanza más, es buscarle la manera de como hacerlo mejor a la siguiente vez», expresó.

«Tienes que darte la oportunidad de fallar, si te das la oportunidad de perder el miedo o de que las cosas no salgan perfectas, salen solas, mientras no te des la oportunidad de intentar y entender  que las cosas no son como tu quieres que sean, vas a mejorar y lo vas a hacer mejor, así funciona la vida”, añadió. 

Fue así que, después de varios intentos, el año pasado ganó el premio Binacional de las Letras Valladolid, con su cuento “Taty y la Bruja del Cerro”, una historia que además de escribirlo lo ilustró y  trata de una niña que junto a su mamá y papá se muda a una nueva ciudad a casa de tía Celia, pronto, Tati se da cuenta de que la tía tiene extrañas costumbres y descubre su más grande temor: un gato negro de profundos ojos amarillos.

Además ha colaborado en la ilustración de otros cuentos infantiles como “Tristán y la Mantarraya Gigante”, “Árboles y Amores” y también “De renacuajos a ranas”. 

Foto: Fernanda Magallanes

Su meta y su miedo 

Hace unos meses, Marisa se fracturó su mano derecha, su herramienta de trabajo principal y aunque hoy recibe terapia su mayor miedo es no volver a dibujar para realizar su próxima meta, un cómic que cuente problemas existenciales de los jóvenes y que se sientan identificados con lo que ella vive día a día. 

Es fuerte, se nota porque mueve su mano y entrelaza sus dedos, los observa y los ve con nostalgia, suspira y continúa.

“Ese es mi mayor miedo, no volver a dibujar, no cumplir mis sueños y metas, que ese cómic que tanto traigo en mente no salga a la luz, pero aquí sigo y se va a lograr”, expresó. 

Actualmente, los cuentos de Marisa se pueden encontrar en varias librerías de Mazatlán, en el Centro Cultural Multiversidad o en sus redes sociales como Marisa Castro. 

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