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Reyli Barba es un cantante y compositor nato, a través de sus canciones ha transmitido los sentimientos universales del amor, pero detrás de las cuerdas y los acordes que lo llevaron a convertirse en el gran músico que es, hubo algunos tropiezos de lo llevaron a enfrentarse a las peores consecuencias, pues hubo un tiempo en que vivió sumido en las adicciones. Esta es su historia.

En entrevista con Yordi Rosado, el músico de 50 años abrió su corazón y recordó algunos de los instantes más cruciales de su vida; desde su infancia y la manera que creció en el rancho de San José, Chiapas hasta sus primeros pasos en el mundo de la música. Pero a diferencia de la mayoría de historias, relacionados con el alcohol -y dijo que nunca probó las drogas-, Reyli conoció este mundo mucho antes de darse a conocer artísticamente. «Yo empecé a beber a los 11 años», recordó.

El músico expresó que se había entregado a la perdición demasiado joven porque en la vida de rancho todo comienza mucho más rápido, pues su primer trabajo lo tuvo a los siete, cuando ayudaba su papá a ordeñar vacas y llevar a cabo las faenas del rancho.

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«La vida de rancho te hace crecer mucho más rápido, ya a los 11 uno cree que tiene 18, te sientes adulto».

A sus 14 años, el chiapaneco decidió mudarse a Mérida para continuar con sus estudios: «Desde muy chico ya sentía la necesidad de tocar otros territorios». Ahí fue recibido por una hermana de su padre.

Aunque siempre fue muy buen estudiante, la escuela se le complicó, pues en su natal Chiapas el ritmo de trabajo era distinto. Luego de dos años, cayó en la cuenta que lo suyo era cantar, por lo que volvió al rancho para ahorrar dinero, durante seis meses, y luego viajó a la Ciudad de México y probar suerte en la música.

«Yo nací cantante, nací escritor».

Reyli Barba llegó a la Ciudad de México en 1990, cuando tenía 17 años y ahorros para solventarse por sólo medio año. A su llegada y en el proceso de adaptación, el músico escribió como nunca antes lo había hecho, parte de un ejercicio catártico, ya que aunque tenía grandes aspiraciones con respecto a la música, no sabía a quién o a dónde acudir.

«¿Hacia dónde voy?, ¿Qué dedo hacer?, ¿Qué va a pasar conmigo?», pero no pasó mucho para que fuera contratado en un restaurante para cantar boleros al mediodía y presentarse acompañado de piano por las noches.

Pero, ¿cómo comenzó con Elefante? Barba compartió que nacieron en el Hotel Real del Sur, durante 1993, sitio donde conoció a Rafael y Flavio, quienes buscaban una voz que empatara con los instrumentos que tocaban, en esa época se denominaban como «El quinto Sol». Así se convirtió en el cantante de la agrupación que luego paso a llamarse «Reyli y los quintos»: «Vivíamos ensayando en el día y por la noche tocando cuatro turnos», señaló.

Pese a que la primera producción de Elefante nació artesanalmente y sin disquera, su primer disco contenía unos de los éxitos más emblemáticos de la banda, como «Así es la vida», «El abandonado» y «De la noche a la mañana» –uno de los temas muy especial para Reyli-, pero la visión de la agrupación los llevó a obtener un préstamo para grabar en España, donde observaron obras de Miró, que inspiraron la tipografía del logo de la banda.

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A lo largo de los 11 años que estuvieron juntos, Elefante sólo lanzó dos discos, pero pese a contar con una historia discográfica corta, la agrupación se separó en el 2004. Esta decisión sucedió derivado que Reyli quería explotar su talento a través de la balada, deseo que no empataba con el estilo de la agrupación, por lo que decidieron dividir sus caminos, sin ningún problema personas entre los integrantes, pues el músico –todavía hoy- les guarda un cariño y respeto profundo. «Yo ya tenía necesidades distintas como músico, desde antes que lanzáramos el primer disco, era algo que ya se veía venir».

Pero en ese camino de encontrarse a través de su música, Reyli también se perdió en los excesos, un estilo de vida que llevó a lo largo de 35 años, al grado que las malas costumbres casi acabaron con su vida, pero el compositor asegura que si salió adelante fue por la fuerza que lo proveyeron sus hijos, ya que Reyli –el mayor de ellos- lo acompañaba a los internamientos, pese a que todavía era un adolescente: «El con 14 años fue y me metió al internamiento».

«Yo me he hecho mejor persona por mis hijos», reconoció el músico, ya que pese a que se ha lastimado a sí mismo, con sus hijos siempre ha sido muy respetuoso y amoroso: «Una relación saludable que me ha fortalecido».

Su relación con el alcohol fue muy dura, ya que desde los 11 años comenzó a beber, pues en el pueblo no se veía mal que se bebiera una cerveza aún a su corta de edad. Por eso, cuando habían pasado 35 años con el alcohol como compañía, tenía miedo abandonarla, pues sentía que si dejaba de beber tampoco podría escribir, porque así aprendió a componer. Aunado a esto, la época de éxito de Elefante propiciaba que Reyli se encontrara siempre de fiestas.

«Yo tomaba de todo, no sentía las crudas físicas, sino las morales».

El músico dijo que pasó por psiquiátricos y la cárcel en los momentos más críticos de la adicción, y dijo que si pudo superar su enfermedad fue porque Dios le arrebató el apetito alcohólico.

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