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La bailarina, coreógrafa y cyborg española Moon Ribas (Barcelona, 1984) se presenta hoy a las 18 hrs. «Ecologías corporales: Cuerpo cyborg y organicidad» en la Sala Miguel Covarrubias, dentro del programa del festival El Aleph.

Ribas ofrecerá una charla sobre su experiencia como cyborg y los proyectos tecnológicos que ha desarrollado para experimentar la danza en otro nivel. Después de la plática presentará «Waiting for earthquakes», una danza en la que la coreógrafa es la Tierra y los sismos dictan el movimiento.

«Cada vez que hay un terremoto, me muevo según su intensidad. Es un dueto entre la Tierra y yo, la Tierra es la coreógrafa y yo sólo soy la intérprete. Si no hay terremotos, no me moveré, aunque usualmente hay», explica.

Para esta ocasión, Ribas usará una joya que le indicará si hay sismos y el nivel de intensidad.

Originalmente hacía esta danza con implantes en sus plantas de los pies, pero después de siete años los retiró. Como alternativa, usaría un vestido con los mismos sensores que las plantas de los pies, pero por un contratiempo, no se concluyó.

El vivir durante años percibiendo sismos, cambió la perspectiva de temor que tenía Ribas hacia los movimientos telúricos: «me di cuenta de lo viva que está la Tierra y me sorprendió cómo es que construímos ciudades en sitios que todo el tiempo se está moviendo».

Pero, ¿de cómo es que llegó a ser un cyborg? La artista explica a EL UNIVERSAL que desde 2007 hace proyectos en tecnología con el objetivo de querer percibir más de lo que la naturaleza humana permite.

«Empecé a hacer varios proyectos, uno que me hacía saber a qué velocidad iba la gente, el otro que podía percibir lo que tenía detrás y otro que me dejaba percibir el movimiento de la tierra en sí y cree el sentido sísmico. Entonces al unirme a la tecnología, fueron las otras personas que empezaron a decir que era cyborg y empecé a cuestionarme que quizás sí, que soy medio organismo y medio cibernética. Ahí fue cuando empecé a pensar en esta identidad cyborg y en que no soy 100% humana», cuenta.

Como cyborg, Ribas ha tenido aparatos tecnológicos debajo de su piel para percibir otros sentidos. Los implantes son llamados «nuevos órganos» y en un primer momento fueron aparatos externos, aunque después de estudios y asesoría por especialistas, pueden ser implantados.

«Es un proceso muy largo. Para mí que esté dentro o fuera del cuerpo no es lo importante, sino el objetivo es modificar nuestra percepción. De principio lo llevas fuera, tengo que colaborar con ingenieros para buscar la manera de implantarlos», explica la bailarina.

Actualmente, la coreógrafa no cuenta con ningún implante desde hace dos años, porque tras percibir sismos en las plantas de sus pies después de siete años, quería un cambio radical. En la búsqueda de un nuevo proyecto relacionado con el mar, Ribas se embarazó y ahora ha adquirido «un nuevo sentido» para que ella y su pareja puedan escuchar dentro de su vientre.

«Es un micrófono ultrasonido conectado a un móvil (teléfono celular) y con este puedo llamar a mi pareja o él puede llamar y escuchar cómo su hijo se va moviendo, el latido de su corazón, los líquidos amnióticos… es como si él estuviera embarazado digitalmente y yo biológicamente. Lo que hacemos ahora es que ofrecemos conciertos de familia cyborg, ponemos altavoces y creamos música usando nuestros cuerpos como instrumentos», explica.

Moon Ribas sostiene que el identificarse como cyborg no le resta humanidad ni la pone en un escalón superior a la naturaleza. Paradójicamente, esta nueva identidad ha hecho que se estreche su relación con la Tierra: «a veces se tiene esta imagen muy fría del cyborg, pero para mí es todo lo contrario, gracias a la tecnología puedo sentir lo viva que está la Tierra».

También contrario a lo que uno podría imaginarse, Ribas no se considera una aficionada a la ciencia ficción e incluso destaca que durante su juventud se consideró «antitecnología».

«Esto fue como un cambio de chip para mí, yo también tenía la sensación que la tecnología te aislaba de la realidad, pero fue cuando en la universidad aprendí que a través de la tecnología puedes tener una conexión más profunda y conocer mejor el planeta donde vivimos».

Moon Ribas y sus colegas cyborgs, entre ellos su mejor amigo Neil Harbison -artista briátnico en ser la primera persona reconocida como cyborg por un gobierno-, se consideran como la versión hippie de los cyborgs.

El ser cyborg difiere de la realidad aumentada, explica Ribas, pues con sus proyectos no buscan crear otras realidades, sino «percibir la realidad que ya tenemos aquí, pero de manera más profunda (…), lo llamamos ‘realidad revelada’, que son todos estos sentidos que ya existen pero no percibimos sin la ayuda de la tecnología».

Ribas y Harbison crearon la Cyborg Foundation en 2010 con el fin de acompañar a las personas que quisieran convertirse en cyborgs, impulsar la promoción del arte cyborg y defender los derechos de la comunidad.

«Es importante el derecho de diseñarse cada uno y decidir qué órganos quiere tener uno. Los derechos del cyborg es proteger a la gente que se une a la tecnología, por ejemplo, si tienes internet en tu cuerpo, tener el derecho a no ser hackeado, a decidir quién quiere que se conecte o no; si alguien tiene un órgano exterior, como Neil que tenía una antena, y que alguien la jale sin permiso, pues que sea considerado una agresión física. Son los derechos básicos, humanos, los que hay que proteger de la gente que quiere diseñarse a uno mismo», detalla Ribas sobre su proyecto.

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