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MAZATLÁN.- No rendirse y siempre buscar ir más allá de sus límites es lo que ha permitido al artista Sergio Manuel Ramírez Ríos alcanzar sus más grandes sueños. 

Originario de la comunidad de Aguaverde, Rosario, desde pequeño Sergio mostró habilidades para la pintura. Sus primeros trazos lo llevaron a dibujar personajes animados, así empezó a descubrir su verdadera pasión. Hoy es un artista consolidado, que ha triunfado en ciudades importantes como Los Ángeles y Nueva York, pero reconoce que ha sido un camino difícil de recorrer.

Los primeros obstáculos los encontró en su propia familia. Sus padres lo empujaron a hacer una carrera universitaria, su vida no había sido fácil y consideraban que el arte no dejaba para vivir y no querían algo así para él.

“En mi infancia pasamos momentos económicos muy difíciles, por eso mis padres no querían que estudiara nada relacionado a la pintura, lo veían como algo que no deja dinero”, expresó.

Foto: Karyna Sánchez

Aún sabiendo que eso no lo hacía feliz, le hizo caso a sus padres y después de graduarse en Ingeniería en Electrónica, decidió buscar suerte en la ciudad de Tijuana, lugar donde consiguió trabajo como gerente de una empresa, pero éste no lo complacía del todo… No era lo que él quería hacer para el resto de su vida, por lo que decidió renunciar. 

Después de pasar noches sin poder dormir pensando en su futuro, regresó a casa, lugar donde comenzó su carrera como pintor; la parroquia de su pueblo fue el lugar donde por primera vez pintó un mural.

“Recuerdo que el padre me dijo que yo tenía un don, un talento, que no lo desaprovechara”, recordó. 

Foto: Karyna Sánchez

Ignorando el éxito de esas obras y las palabras que el sacerdote le dijo, Ramírez viajó de nueva cuenta a Los Ángeles donde, precisamente, esos murales le darían la oportunidad de una entrevista para trabajar en una empresa que se dedicaba a pintar murales publicitarios. Desde ese momento, Sergio comenzó a figurar como pintor. 

Pasaron los años y su carrera avanzó hasta llegar a trabajar en Nueva York, ahí tuvo la oportunidad de laborar para marcas internacionales como Gucci, Puma, Adidas, entre muchas más. 

“Yo sabía que tenía algo, que tenía que desarrollarlo; después de Los Ángeles se me abrieron muchas puertas, fueron años de mucho aprendizaje y satisfacción, pero aún faltaba más”.

Foto: Karyna Sánchez

¿Rendirse? jamás, para Sergio su mayor inspiración es pensar en qué más se puede lograr en la vida. ¿Ya cumpliste un sueño?, entonces busca llegar más lejos. Expresó que esa mentalidad es algo que siempre ha tenido y que con el tiempo lo ha llevado a descubrirse a sí mismo como persona. 

“¿Sabes qué? ¡Cálale, vete, toma lo que tu quieras y haz lo tuyo!, eso es lo que me empuja siempre”, recalcó.

Su arte en Mazatlán 

Sergio siempre tuvo la ilusión de plasmar alguna obra en su querido Mazatlán, hasta que logró concretar algunos proyectos. Unos de sus objetivos es el dejar una obra que representará al puerto y demostrara lo bonito que es. 

Fue ahí donde inició su aventura de pintar la fachada del Hotel The Inn At Mazatlán, sin imaginar que se convertiría en una de sus mejores obras debido al reto al que se enfrentó durante el proceso. 

Foto: Karyna Sánchez

Si bien ha pintado murales en edificios de 25 metros de altura, la superficie irregular de la fachada del edificio fue lo que más dolor de cabeza le provocó, lidió con ventanas y pasillos; tuvo que idear un plan para que la imagen que estaba plasmando pudiese ser vista con claridad.

“¿Que si fue un reto?, claro que sí, es la obra más importante que he realizado en mi vida”, explicó, “y estoy muy orgulloso, es como un sueño hecho realidad, nunca pensé que sería un reto tan grande” . 

En palabras del artista, el mural plasma básicamente unos delfines y olas del mar, que representan la fauna del puerto y de alguna forma también representa vida, tranquilidad e inspiración a quien lo ve. 

“Yo me puedo parar para ver el mural y eso me da tranquilidad”.

¿Qué sigue? 

Sergio tiene en mente seguir persiguiendo sus sueños, uno de ellos es estudiar arte para aprender técnicas nuevas para plasmarlas en sus obras y así llevar su arte a otros países, pero primero se enfocará en otros cuatros proyectos que tiene aquí en Mazatlán y en impulsar la cultura en los niños de su pueblo a través de su Fundación Bartola. 

El artista invitó a los jóvenes a no rendirse, que sean ellos mismos quienes manden en su vida y no terceros, pues al final serán ellos quienes vivan de las decisiones que tomen en el camino para llegar a una meta.

“No tomen la crítica como algo que les va a afectar, la familia está buscando nuestro bien y lo mejor para nosotros, pero somos  los únicos que sabemos que es lo mejor”, recomienda. 

Durante semanas, Sergio estuvo dedicado a pintar, pero también a reencontrarse con su tierra. Se le podía ver en el Malecón, muy temprano, trotando, o meterse al mar o a la alberca de la Carpa Olivera.

Porque para el artista, conectar con la naturaleza, es un ritual que lo recarga, que lo llena de inspiración.

El mar y  los delfines

El mural está inspirado en la fauna de Mazatlán, algo muy representativo del puerto. Sergio Ramírez Ríos, decidió pintar a mano alzada tres delfines saliendo del mar; a través de la pintura se puede apreciar cómo se rompen las olas dando una ilusión de realidad nunca antes vista en Mazatlán.

La obra está hecha con materiales de la mejor calidad, el artista utilizó una técnica parecida al óleo. 

El mural está pintado sobre una fachada irregular de 16 pisos, 45 metros de altura.

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