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Samuel Parra*

MAZATLÁN.- Las palabras y frases que remiten o describen percepciones sensoriales provocan en nuestro cerebro una imagen nítida y potente que es más evocadora que cualquier explicación de dicha sensación hecha con palabras.  

Vivimos en un destino turístico «donde la vida se pasa sin llorar», según el cantante José Alfredo Jiménez somos personas alegres y fiesteras. La felicidad huele a nostalgia, justo en ese instante supremo para los «pata saladas» cuando hierve la espesa cebada que se fermenta para ser envasada en las botellas de cerveza. 

Aquí los años se miden en carnavales, allá por los ochentas del Siglo XX, a los niños les carcomía el ansia de comer huevos porque en el aroma del cascaron se sumaba el papel entintado multicolor llamado confeti, que servía de contenido para la granada avícola que estrellaban en las cabezas o eran arrojados por los niños y niñas a las carrozas del desfile carnavalero. 

Pase a leer Lectura en Voz Alta en Mazatlán, un espacio para la inclusión y el diálogo – Punto MX

Aclaro que no animamos a los lectores, que gustan de escribir, a desbordar sus textos con evocaciones sensoriales constantemente o desterrar las palabras abstractas de una obra. El equilibrio es el objetivo.  

La nostalgia huele a boñiga de vaca, en especial a quienes crecieron en los ranchos con corrales puestos y dispuestos a fraguar la pureza de la leche como alquimistas vacunos. 

Describir los olores es complicado

Usar el olfato en narrativa es complicado, lo veremos a continuación, pero puede venirnos muy bien para acortar el camino que discurre entre la generación de una imagen mental y una sensación y sentimiento concreto en el lector.  

En Mazatlán, por ejemplo, tenemos una fábrica que procesa el café y lo tuesta. Se entiende por fragancia del café el olor crudo, es decir, ya sea molido o en grano. El aroma hace mención al olor del café cuando entra en contacto con el agua y ya está preparado. 

Cuando te sientas a la mesa ¿acaso no disfrutas beberte ese negro cuerpo que lo pones al fuego cada mañana? Y piensas que mides tu vida en cucharaditas de azúcar porque la diabetes mata, pero la tristeza entierra. 

¿A qué huelen las reinas del Carnaval?

También cuentan que carnaval sin mitote no es carnaval. A los mazatlecos nos encanta el chisme, por algo dicen que una buena comunicación es tan estimulante como el café negro, e igual de difícil de olvidar al dormir. 

¿A QUÉ HUELE MAZATLÁN?

El objetivo de casi toda la literatura es conmover al lector, el problema viene cuando queremos trasladar todo eso al papel. Como seres principalmente audiovisuales que somos, contamos con muchas palabras para describir nuestro entorno visual y los sonidos. Desde el ruido a la música, desde el color a la forma. No solo adjetivos. 

¿A qué huelen las reinas del carnaval? A pronta fama, atención desmedida, sicosis. A masa de nixtamal que si se moldea a voluntad se infla hasta sacrificarla con un embarre de frijoles y sin corona porque las «ladies» ya beben ballenas.

Describir los olores es tomar palabras prestadas

Sin embargo, para el gusto y el olfato, las opciones se reducen drásticamente. El olfato, de hecho, utiliza palabras del gusto para las descripciones.  

Un olor puede ser ácido, dulce, amargo, picante y salado, que son las pocas palabras que tenemos para describir un sabor. Es verdad que podemos decir que un olor es agradable o desagradable, pero eso no son descripciones, sino percepciones de un olor. No dicen nada del olor, sino de la persona que lo ha recibido. 

Actualmente Sinaloa vive una oleada de violencia. ¿Cuál es el aroma del dolor? A mí me evoca a un niño que carga el retrato de su padre y unas señoras alrededor cargando pancartas con la leyenda «no más violencia». 

Además de esas palabras prestadas, para describir un olor podemos usar las comparaciones con otros olores: «huele a jabón, huele como una mandarina, huele a…». Estas comparaciones son eficaces, pero tienen dos problemas. 

El primero, hay que conocer el olor del elemento con el que se compara para que el lector pueda hacerse una idea. Esto en general no supone un problema cuando hablamos de comparaciones comunes, que suele ser lo usual, pero puede ser un problema si hablamos de elementos no tan usuales. Todos sabemos cómo huele una rosa, pero quizás no sepamos como huele una gardenia. 

El segundo, puede generar una imagen confusa en la mente del lector al introducir el elemento de la comparación. Si digo que un fruto huele como una cereza, es prácticamente inevitable que el lector se imagine una cereza. 

Además, existe la posibilidad de que haya olores que no sean descriptibles de una forma sencilla y que sean inaprehensibles para el lector. 

Por ejemplo, yo reconozco el olor de la Navidad, huele a plástico, a cartón enmohecido de la caja en la que se guardan los adornos navideños. 

Es un olor muy potente y dulce que se percibe en cuanto te acercas al cuarto de los «tiliches». 

Introducir olores en nuestros textos a veces puede resultar frustrante, pero si conseguimos una buena evocación, nuestro texto habrá ganado mucho y se potenciará enormemente. Que la dificultad no te derrote. Cuantos más olores sean capaces de introducir, más fácil les resultará la siguiente vez que quieran hacerlo. 

El perfume: la historia de un asesino

Para concluir, los invito a leer El perfume: la historia de un asesino es la primera novela escrita por el alemán Patrick Süskind y publicada en 1985. 

En esta obra, se relata cómo una persona puede crecer sin afecto alguno, lo cual provocará que su mente se desarrolle de manera retorcida para buscar satisfacer sus deseos sin importarle nada. 

Desde el inicio se describe al protagonista, Jean Baptiste Grenouille, como un ser repulsivo y grotesco físicamente, que curiosamente carece de olor, y que sobrevivió a una infeliz niñez para convertirse en una especie de parásito que trae la desgracia a quienes conviven con él. 

El gran talento que posee para percibir los olores lo guía por el mundo y le permite volverse el mejor fabricante de perfumes, provocando que gane un complejo de grandeza, sin un poco de empatía ni piedad. 

Es así que la búsqueda de un olor concreto lo lleva a su primer asesinato, que para él sólo significa el medio para un fin superior, de manera que continuará matando mujeres vírgenes sin culpa para poder hallar la fragancia perfecta. 

El desenlace es ideal para la historia, por lo que es altamente recomendable. 

Posdata. ¿A qué apesta Mazatlán? 

*Samuel Parra

  • Escritor, Ensayista y Promotor Cultural. Ha publicado ocho libros. Sus obras han sido premiadas en La India, Colombia, Perú, Chile y Estados Unidos.  
  • En el 2022 fue nombrado Embajador Cultural por la municipalidad de Margarita Bolívar, en Colombia.  
  • Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Sinaloa, Master en Literatura Mexicana Contemporáneo por la Universidad Autónoma Metropolitana.  
  • Actualmente colabora con la Universidad de Tours, en Francia y la Universidad Humboldt de Berlín, en el área de investigación académico-literaria.  
  • Forma parte del Sistema Nacional de Salas de Lectura, donde genera proyectos comunitarios para el esparcimiento de este hábito.  
  • En Tiktok, Instagram y Facebook pueden seguirlo como «Nono El Cerdito Lector», donde recomienda libros y autores, a través de un peluche que colabora con el Fondo de Cultura Económica, Brigadas para Leer en Libertad, Buscalibre.com y Librería Gandhi.  
  • Su obra literaria se concentra en los géneros de novela negra, realismo sucio, crónica y entrevista.  

Y mientras redacta estas líneas de texto, en la intimidad que ofrece una cocina económica que atiende, el autor se «esmera» en escribir cuentos para jóvenes prófugos del ácido fólico.  

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