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CIUDAD DE MÉXICO.- La racha ganadora de la industria automotriz mexicana entró en pausa… y fuerte. Después de años de recuperación acelerada tras el Covid-19, la producción de vehículos vive su primer tropiezo serio, ya que entre enero y noviembre se ensamblaron 3.7 millones de autos, 1.5% menos que en 2023. Y noviembre, normalmente un mes sólido, cerró con un bajón de 8.4%.

Desde que el republicano Donald Trump volvió a la Casa Blanca en enero, reactivó su agenda arancelaria y encendió las alarmas en América del Norte.

En marzo se hicieron oficiales los aranceles del 25% a importaciones de México y Canadá; en abril y mayo la medida se extendió a autos terminados y autopartes.

Para un sector donde las piezas cruzan la frontera hasta siete veces, el golpe fue inmediato.

Ocho de cada 10 autos fabricados en México van directo a Estados Unidos, así que cualquier cambio en las reglas pega de lleno.

Y el mercado estadounidense tampoco ayuda: entre enero y agosto, sus ventas cayeron 3.7%, presionadas por precios más altos derivados de los nuevos aranceles.

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Las exportaciones mexicanas ya lo resienten: cayeron 1.6% en el acumulado del año, confirmando que el ajuste no es temporal ni aislado.

Con este clima, las inversiones se han vuelto más cautelosas y los planes de expansión están en revisión.

La gran pregunta ahora es si este bajón será un bache pasajero… o el inicio de un camino más complicado para la industria estrella del país.

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