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GUADALAJARA.- Chivas lo tuvo, era suyo. Pero lo volvió a dejar ir. En el minuto de compensación, el Guadalajara se dejó empatar y perdió la oportunidad de volver a meterse en el torneo. Empate a un gol que no le sirve de nada al Rebaño, que se va herido en el orgullo por el gol de último minuto de Julián Quiñones, que le quitó la alegría que era casi suya, con el tanto de Roberto Alvarado. 

Empate para ambos, pero triunfo moral para el campeón, que no perdió ante el odiado rival y sigue entre los cuatro primeros del torneo en un Clásico Tapatío que fue intenso y con momentos de buen futbol. Aunque la violencia se haya hecho presente con tres expulsados y alginas brincas en la tribuna. Chivas se quedó con diez hombre y Atlas con nueve. Justo empate. El juego no se abrió con goles, porque los equipos hicieron mucho, pero generaron poco. 

Porque Chivas hace todo bien, pero cuando sus creativos levantan la cara y se dan cuenta de que no hay quién concrete la jugada, por la necedad de su técnico de jugar sin un “nueve” clavado, acaba todo. Y porque Atlas la tiene tan sencilla, que la hace difícil, al querer concretar con mucha crema. Fácilmente los Rojinegros, gracias a los defensas de Rebaño, pudieron irse arriba en el marcador por dos goles, pero dos veces Julio Furch quiso definirla de tacón y una más Julián Quiñones. 

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El juego se comenzó a calentar. El “Pollo” Briseño comenzó a repartir con singular alegría, la amonestación no lo calmó, encendió más los ánimos y al final del primer tiempo vino cámara húngara de la que se derivó que Miguel Ponce por Chivas e Ian Torres por Atlas, se fueran expulsados. Con diez hombres de cada lado, los espacios se abrieron, el balón no dejo de visitar las áreas y sólo faltaba uno que tuviera puntería. 

Y ese fue el Guadalajara, que ya con JJ Macías como referente, tuvo mejor circulación de pelota y gracias a eso cayó el tanto de Roberto Alvarado, quien aprovechó un rebote de Camilo Vargas que había hecho una gran atajada (65’). Atlas fue por el empate, fue con todo y por todo, pero quien lo dijera, la zaga de Chivas se comportó a la altura, cerró filas, y cuando volvieron a las andadas, Miguel Jiménez sacó el fuego del hoyo. 

Los ánimos se calentaron en la tribuna, la policía tuvo que intervenir un par de veces para desalojar a un par de rijosos y en la cancha todo ardía por el campeón que quería empatar y las Chivas que querían ganar, hasta que llegó el gol de Julián Quiñones, que se fue a gritarlo a la banca tapatía, para provocar su expulsión dejar las cosas tablas. 

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