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Ciudad de los niños mazatlán

MAZATLÁN. – La Ciudad de los Niños es un lugar que le abre las puertas a decenas de pequeños que viven en situación de abandono, calle o que han pasado por situaciones de violencia en casa, ¿Conoces su historia?  

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La madre Velia Morales Moreno aún recuerda cuando el padre Lucas Carvajal la invitó, junto a la madre Ofelia, a abrir una casa que sirviera como un hogar provisional de aquellos niños que por distintas situaciones vivían en la calle, eran abandonados o maltratados.  

“Iniciamos en 1968, en una casita pequeña de la colonia Juárez, pero tan chica que era para una familia de mamá, papá, dos hijos y un perro, no más… nosotros llevábamos a los niños que nos pedían asilo, que veíamos abandonados o nos los llevaban, de 10 pasamos en estos tiempos a tener hasta 60”, declaró.  

Al ser de los primeros refugios para niños y niñas, era evidente que la casa les quedaría pequeña y años más tarde, habitan lo que hoy sigue siendo su espacio, un terreno grande en El Venadillo, con todos los servicios, camas, pasillos, árboles frutales, juegos. Ahí ningún niño padece de hambre ni de amor.  

La madre Velia platica que hay hasta recién nacidos, actualmente tienen a “Pepito”, un pequeño de apenas 3 años de edad, los más grandes llegan a tener 18 años, o como el caso de Jesús, a quien le calculan que tiene algunos 54 años, ahí se quedó para servir y ayudar, además, recibe tratamiento por un tumor que le dejó la imposibilidad de hablar. 

“Hay de todo, lo que más nos llena el alma es que estos jóvenes regresan porque al final de cuenta aquí crecieron, aquí vivieron, somos su familia, hay músicos, ya con familia, que vienen y nos saludan, hay abogados, profesionistas que fueron becados y hoy regresan a dar las gracias”, dijo la madre Velia.  

Han tenido niños indígenas, que no hablan español y ellas les enseñan, son un grupo de poco más de 10 religiosas, todas voluntarias y al servicio de los niños. Ellos las llaman “mamá”. 

Muchos de ellos están becados por distintos colegios, universidades, preescolares, aquí ninguno se queda sin estudiar, aunque no quieran, todos limpian, todos ayudan en la comida, son una familia como cualquier otra, y aunque sean de distintas mamás, la vida los juntó para ser lo que son hoy en día.  

“Nosotras, las co fundadoras, ya estamos grandes, va a llegar un día que no estemos y tienen que llegar nuestras sucesoras, pero para esto se necesita mucho amor, corazón, pero también firmeza para seguir formando personas de bien”, concluyó la madre Velia. 

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