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WASHINGTON, EU.- Colin Powell (1937-2021) pasará a la historia por el momento del que más se arrepentiría, de unas consecuencias enormes para la credibilidad de Estados Unidos en el mundo. 

Su muerte, este lunes por complicaciones derivadas del Covid-19, mientras batallaba con un mieloma múltiple, un tipo de cáncer de médula ósea, podría haber recordado un legado contundente de una figura afroestadounidense prominente, un rompedor de techos que llegó a altos cargos militares y políticos antes impensables para alguien que no fuera blanco. 

Sin embargo, la imagen que más se repite al recordar su vida pública es la que protagonizó en febrero de 2003, cuando en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas defendió las mentiras sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Nadie salió convencido, pero el gobierno de George W. Bush hijo invadió ese país de todas maneras.

Powell, criado en Nueva York de padres migrantes jamaicanos, fue siempre consciente de que ese momento marcaría para siempre su figura. En sus memorias, publicadas en 2012, ya auguraba que ese episodio en Naciones Unidas, uno de sus «fracasos más trascendentales», iba a tener un «párrafo prominente» en su obituario. 

Todo el país, al enterarse de su muerte a través de un comunicado de la familia en Facebook, ha recordado esa imagen del entonces secretario de Estado de Estados Unidos, tratando de persuadir a sus colegas en Naciones Unidas de la veracidad de unos postulados que ni él mismo creía.

«Estoy enfadado sobre todo conmigo mismo por no haber olido el problema… Mis instintos me fallaron. No fue de ningún modo mi primer fallo, pero fue uno de los más trascendentales, el que tuvo un impacto mayor», reconoció en sus memorias.

Rompió barreras históricas

El arrepentimiento de Powell marcó sus años fuera de la vida pública, una carrera meteórica en la que llegó a cargos impensables para un afroestadounidense antes de él, rompiendo barreras históricas. Su popularidad y respetabilidad fueron de tal calibre que sonó en más de una ocasión como posible candidato a la presidencia de Estados Unidos, que le hubiera convertido en el primer presidente negro muchos años antes de la aparición de Barack Obama. Desistió por dos motivos: su falta de ambición política y el miedo de su familia a que fueran víctimas de violencia racista.

Tras alistarse en el ejército y luchar en Vietnam, donde fue herido y regresó con múltiples condecoraciones, su ascenso fue imparable, escalando todos los rangos militares hasta llegar a Jefe del Estado Mayor Conjunto durante el gobierno de George Bush padre, precisa y curiosamente durante la primera invasión de Irak, en la Guerra del Golfo de principios de 1990.

Su importancia en la milicia tiene incluso una doctrina a su nombre, la Doctrina Powell de preceptos claros: La guerra debe ser un último recurso, pero si se usa, la fuerza debe ser abrumadora; debe contar, además, con un fuerte apoyo público y una clara estrategia de salida. Precisamente la aplicada en el Pérsico, o en la invasión de Panamá de 1989.

De repúblicano a demócrata

Antes de Bush padre, había sido asesor de otro presidente republicano, Ronald Reagan, y llegaría a su apogeo con Bush hijo, que lo nombró secretario de Estado. Era el primer afroestadounidense en llegar a ese puesto, al que renunció en 2005.

Entonces empezaría su introspección, su intento de limpiar una imagen para siempre «manchada», tal como lo definió él mismo, con el error de las armas de destrucción masiva y la invasión de Irak.

Con el paso del tiempo, Powell revisitó todas sus creencias e idearios. Moderado y pragmático, se distanció del Partido Republicano muy pronto tras su salida del gobierno, alegando un temor por el rumbo cada vez más conservador y radical del partido. Hasta el punto que en 2008 apoyó públicamente al demócrata Barack Obama en el camino que le llevó hasta la Casa Blanca. Más tarde haría lo mismo con Hillary Clinton en 2016 o Joe Biden en 2020, criticando dura y públicamente a Donald Trump. 

Llegó hasta tal punto que, hace pocos meses y tras el asalto al Capitolio, declaró que ya no podía definirse como republicano.

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